El 'suave mari magno' y el naufragio castrochavista
FABIO RAFAEL FIALLO | Ginebra | 7 de Julio de 2016 - 08:50 CEST.
"Qué dulce es, cuando los vientos azotan el vasto mar, contemplar desde
tierra firme los graves peligros que otros deben afrontar; no porque sea
un placer su tormento, sino porque es dulce ver cuáles males tú has
logrado evitar". Estos versos del poeta de la Antigüedad Romana Lucrecio
(conocidos por sus primeras palabras en latín: Suave, mari magno)
podrían aplicarse hoy a quienes, desde la atalaya de la lucidez,
contemplamos el abrumador desconcierto de la izquierda radical y el
colapso del castrochavismo fracasado y crepuscular.
Sus líderes se ensucian y desprestigian moralmente; sus gobiernos acaban
en un fiasco garrafal; sus promesas no se cumplen; sus principios quedan
traicionados; la intolerancia y la represión se abaten sobre quienes
osan disentir; la oposición es acosada y perseguida. Sin embargo, los
siervos del castrochavismo —periódicos, portales, articulistas o simples
seguidores— no tienen el coraje de cuestionar sus rancias certidumbres.
Persuadidos de que el marxismo es una ciencia, y que el socialismo
representa el futuro de la humanidad, prefieren embarcarse en
alambicados, estériles y engañosos ejercicios de autohipnosis intelectual.
El "Socialismo del Siglo XXI", instaurado por Hugo Chávez en Venezuela,
se hunde estrepitosamente, dejando un nivel de pobreza superior al que
existía en el momento en que asumió el poder. En el país con las mayores
reservas de petróleo del mundo, la escasez afecta al 83% de los
alimentos y al 95% de los fármacos destinados a tratar enfermedades
crónicas; una inflación de tres dígitos ha aniquilado el poder de compra
de la población; los saqueos de tiendas así como de camiones
transportando alimentos o medicinas se intensifican y multiplican. El
80% de los venezolanos, hastiados del hambre, la inseguridad y la
represión, reclama la salida del inepto heredero político de Chávez.
Ante ese patético espectáculo, ¿cómo ha reaccionado la izquierda
radical? Pues bien, al igual que en la época en que negaban los crímenes
de la Unión Soviética o de Mao Tse Tung, empezaron negando el desastre
engendrado por el "Socialismo del Siglo XXI", alegando que las noticias
al respecto eran fruto de una guerra mediática lanzada por el "imperio".
Estampaban sus firmas en cartas públicas provenientes de Caracas o La
Habana en apoyo al régimen venezolano, declarando que "Venezuela no está
sola", como si la patria de Bolívar pudiera confundirse con el régimen
corrupto, incompetente y represor que hoy la desgobierna.
Actualmente, como se hace imposible seguir tapando el sol con un dedo,
muchos al fin admiten la catástrofe, pero inmediatamente arguyen que en
Venezuela no hay socialismo y que el desastre que sacude a ese país es
culpa del capitalismo rentista, olvidando que fue el propio Chávez quien
calificó de "socialismo petrolero" el modelo instaurado por él.
Algo similar está sucediendo con respecto al Brasil. Después de haber
hecho de Lula un ídolo mundial y del Partido de los Trabajadores la
vanguardia brasileña de la "revolución", afirman ahora que el lulismo
—desacreditado por la corrupción que lo caracteriza— no tiene nada que
ver con el socialismo y no es más que un "proyecto de reconciliación de
clases".
Para los gurús de la izquierda radical, el socialismo nunca tiene la
culpa de nada; es inmaculado por definición. Su tradicional caballo de
batalla, a saber, una pretendida superioridad moral por estar
supuestamente del lado de los pobres y desposeídos, ha caído a tierra,
herido mortalmente por la espantosa magnitud de la corrupción imperante
—a costa precisamente de los pobres— en países que son o han sido
gobernados por esa izquierda, en particular Argentina, Brasil y sobre
todo Venezuela.
Al no poder ofertarse ya como un bastión de probidad, a los
castrochavistas no se les ha ocurrido nada mejor que intentar
desprestigiar la lucha contra la corrupción.
Prueba de ello es la reacción de círculos de izquierda radical a las
revelaciones de los Panama Papers. Como en las mismas salían embarrados
tantos personajes mimados de esa izquierda —entre otros, dirigentes
chavistas— apologistas del socialismo trataron de crear una cortina de
humo, atribuyendo dichas revelaciones a una maniobra del "imperio"
destinada a atraer capitales a sus propios paraísos fiscales,
concluyendo que no valía la pena saber quiénes salían incriminados por
aquellas revelaciones.
Por su parte, el llamado Foro de Sao Paulo reunido a fines de junio en
El Salvador (donde se dieron cita los defensores del castrochavismo)
arremetió contra los organismos internacionales que denuncian la
corrupción, calificándolos de "esquemas políticos intervencionistas".
Dicho de otro modo: dejen a la izquierda radical robar tranquilamente en
los países que gobierna.
Siempre dispuestos a respaldar dócil y ciegamente cualquier decisión
tomada por los hermanos Castro, los devotos del socialismo hacen suya la
bula emitida ex catedra por el recién celebrado VII Congreso del PCC, a
saber: con las "actualizaciones" decretadas por Raúl y la apertura a los
mercados, turistas e inversionistas del "imperio", Cuba se embarca hoy
en la "construcción de un socialismo próspero y sostenible".
Tal argumento nos retrotrae a las famosas "rectificaciones" lanzadas por
Fidel Castro en 1986. De la misma manera que hoy hablan de "construcción
de un socialismo próspero y sostenible", en 1986 anunciaban eufóricos:
"Ahora sí vamos a construir el socialismo".
Así, pues, a juicio de la propaganda del régimen cubano, el desbarajuste
económico de la Isla no es culpa del socialismo ya que el mismo, después
de medio siglo de reino de los Castro, está aún por construirse.
Pero no es solo en América Latina donde la izquierda radical ve
desvanecerse su prestigio. También Europa se ha convertido en teatro del
desmoronamiento. El revés más reciente a este respecto ha tenido lugar
en España con Podemos, partido político vinculado al chavismo y en el
que la izquierda radical había cifrado sus esperanzas después de haber
quedado defraudada por Syriza en Grecia.
Pese a los pronósticos favorables de las encuestas, la coalición Unidos
Podemos (cuyo componente principal es el partido Podemos) no logró
alcanzar el segundo lugar en las elecciones parlamentarias de España del
mes pasado. Peor aun, perdió más de un millón de votos en comparación
con los obtenidos en los comicios de diciembre de 2015. Ese traspié
electoral ha creado desasosiego en las filas de Podemos y no se sabe aún
la dirección que ese movimiento va a tomar en el futuro. Lo que sí puede
afirmarse desde ya es que, si quiere expandir su base electoral y
afianzarse en la arena política española, Podemos deberá moderar su
discurso y presentar un programa de gobierno claro y viable. En otras
palabras, deberá abandonar su radicalismo, aunque con ello pierda la
simpatía de los marxistas. De lo contrario, habrá de terminar como un
efímero movimiento populista más, de esos que habrán prometido, sin
éxito, las villas y castillos del socialismo.
De hecho, la izquierda radical ha venido perdiendo su predominio en el
terreno de la demagogia. Ahora son movimientos de extrema derecha
europea y Donald Trump en Estados Unidos, con sus condenables
posicionamientos racistas y xenófobos y sus soluciones irrealistas, los
que llevan la voz cantante en esa forma populista de politiquear.
Incapaces de reconocer que se equivocaron de cabo a rabo, que el
marxismo no brinda la solución a los problemas de nuestro tiempo y que
el socialismo ha fracasado, los izquierdistas radicales,
castrochavistas, seguirán tratando de cuadrar el círculo. Dirán que la
construcción del socialismo toma tiempo. Pasarán por alto —como si
fuesen vulgares "bagazos de la historia"— los millones de víctimas del
gulag soviético, del laogai maoísta, del genocidio jemer rojo, los
torturados en las UMAP de los Castro y en la "Tumba" del chavismo, así
como el calvario cotidiano de los venezolanos en busca de alimentos y
medicinas. Aducirán que los "progresistas" o "revolucionarios" sabrán
aprender de los "errores" (nunca "crímenes") cometidos durante los
experimentos del pasado. Seguirán, dicho de otro modo, sin comprender
por qué el huracán de la historia los está ahogando en el vasto,
complejo y encrespado mar de la realidad.
Source: El 'suave mari magno' y el naufragio castrochavista | Diario de
Cuba - http://www.diariodecuba.com/internacional/1467814930_23634.html
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