Wednesday, March 30, 2016

Irrelevancia de Maduro

Irrelevancia de Maduro
Los jefes pusieron a Maduro a enjugarle las babas del diablo al
balbuceante y senil Fidel Castro
IBSEN MARTÍNEZ
30 MAR 2016 - 00:10 CEST

Haga lo que haga o deje de hacer, Nicolás Maduro dejará el poder en un
plazo indeterminado que se anhela inexorablemente corto. Cosa de
(probablemente, ¡ugh!, todavía muchas) semanas; en cualquier caso antes
de fin de año. No hay modo de que el pobre se sostenga en el poder hasta
2019.

Esto que digo no es solo el ferviente deseo de un demócrata, sino lo que
cualquiera en Venezuela, incluso el más recalcitrante chavista puro y
duro, puede ver con solo asomarse a la ventana: para todo fin práctico,
Maduro ya no está en el poder. Nadie devuelve sus llamadas. Su
irrelevancia es absoluta.

Basta constatar el mal disimulado desdén y el desparpajo con que lo
trataron sus caimacánes cubanos en su reciente comparecencia ante Raúl
Castro. Raúl es a Maduro lo que Leonid Brézhnev, hacia el fin de la
Alemania comunista, era a Walter Ulbricht.

Como de costumbre, Maduro voló a La Habana para, según el fraseo de la
declaración oficial, regularmente difundida vía Twitter, "evaluar,
profundizar y afinar" proyectos conjuntos entre Cuba y Venezuela, como
grandes potencias del Caribe que somos ambos países. Está claro que, en
su cortedad y aislamiento existenciales, Maduro busca consejo en La
Habana cada vez que puede.

Esta vez, sin embargo, el viaje nos pilló a todos por sorpresa porque
ocurrió justo ante de la llegada a la isla de la dupla Barack Obama -
Mick Jagger, lo que aventó en los mentideros de Caracas la especie de
que quizá Maduro esperaba algún recurso de mediación cubano ante
Washington. Concretamente, que Obama dejase sin efecto el decreto ese,
tan enojoso para el capitán Diosdado Cabello, capo del llamado "cartel
de los generales".

El decreto de Obama pone parte de la nómina del Alto Mando venezolano en
una lista de candidatos a ir esposados, vestidos con chándales naranja y
escoltados por tipos de esos, corpulentos, que usan chalecos con la
siglas DEA a la espalda, a presencia de un juez federal neoyorquino con
cargos de narcotráfico y lavado de petrodólares.

Es un hecho poco atendido por la prensa internacional que Maduro, aparte
de ser adepto del líder espiritual indio Shatya Sai Baba —secta a la que
lo afilió Cilia, su esposa—, formó parte, en su juventud, de un grupo de
rock. Rock socialista-latinoamericanista-guevarista. "Rock trotsko".
Esto hizo pensar a algunos que Maduro iba a la Habana a escuchar She's a
rainbow en vivo. Pero no: las fotos que nos llegaron desde la isla
testimonian que los jefes pusieron a Maduro a enjugarle las babas del
diablo al balbuceante y senil Fidel Castro con el peludito pabellón de
la oreja —de la oreja de Maduro, se entiende— a modo de babero y, en
premio a su fervor, le colgaron del pecho la chapita de la Orden José
Martí. Y sanseacabó.

¿Cabe imaginar afrenta mayor que no invitar a un jefe de Estado
venezolano, ciudadano de un país que, al igual que Cuba, ha hecho del
béisbol su pasatiempo favorito desde fines del siglo XIX, al histórico
choque entre los Tampa Bay de Miami y la selección nacional de Cuba?

Las graderías de un parque de béisbol en la cuenca del Caribe son el
locus geometricus perfecto para la cortesía criolla y el diálogo
amistoso en plan horizontal. Tampoco allí le hicieron lugar los cubanos
a Maduro.

¡Si al menos pudiese escapar e inventarse una nueva vida como conductor
de vagones de metro en otro país! Pero no: todo indica que tendrá que
quedarse en Miraflores hasta el mismísimo y cada vez más cercano día en
que lo echemos.

@ibsenmartinez

Source: Irrelevancia de Maduro | Internacional | EL PAÍS -
http://internacional.elpais.com/internacional/2016/03/30/actualidad/1459289320_273268.html

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