Chavistas entre sus víctimas
DANIEL MORCATE
Si en algo confían los bribones es en nuestra mala memoria. Como sólo
pueden limpiar su mala conciencia olvidando el daño que han hecho,
necesitan que nosotros también lo olvidemos, sobre todo si fuimos sus
víctimas. Ahora algunos exiliados venezolanos se han dado a la tarea de
mantener vivo el recuerdo de los maleantes – malandros les llaman ellos
– que les hicieron la vida un yogur en Venezuela. Políticos, militares,
policías, jueces, fiscales y gente sin otro oficio que el de hacer daño
que les robaron sus propiedades y dinero, denunciaron por sus ideas
políticas a los cuerpos de represión chavistas, torturaron o asesinaron
a algún familiar o amigo, pero que ahora, cuando el barco de la
dictadura parece estar haciendo agua, han tenido los bemoles de buscar
refugio entre sus víctimas en Miami o en Madrid, en Bogotá o en Roma.
Pero muchas víctimas no quieren olvidar, especialmente en momentos en
que el régimen que encabeza Nicolás Maduro ahoga en violencia y sangre
las manifestaciones de quienes reclaman pan, democracia y libertad. Los
exiliados están identificando y avergonzando públicamente a sus antiguos
verdugos, algunos de los cuales viven como pachás en Doral o Weston, en
el barrio madrileño de Salamanca o en el bogotano de Bagazal. También
están entregando a periodistas pruebas fehacientes de cómo algunos de
esos personajes amasaron fortunas en contubernio con la dictadura y a
expensas del pueblo venezolano. Mientras les expongan dentro del marco
de las leyes, sin recurrir a la violencia que ellos padecieron, su
esfuerzo merece nuestro reconocimiento y apoyo.
¿De qué sirve el desenmascarar a cómplices de una tiranía incluso cuando
éstos han dejado de serlo o cuando ha desaparecido la tiranía? Además de
deshonrarles en público, ayuda a poner en perspectiva el fenómeno
despreciable de la complicidad con las dictaduras sean éstas del pelaje
que sean. Enseña a las nuevas generaciones las terribles consecuencias
que para muchos inocentes tiene esa complicidad. Y permite que nos
hagamos esta pregunta fundamental: ¿qué hace que, en un mismo país, una
persona se rebele contra la tiranía y que otra colabore servilmente con
ella? La respuesta ayudaría a ponernos en guardia contra los aspirantes
a tiranos incluso a aquellos de nosotros que vivimos en democracia y con
libertad.
Venezuela era uno de los países más ricos y mejor educados de nuestro
Hemisferio cuando sobrevino la catástrofe chavista. La confrontación
pacífica entre víctimas y verdugos del chavismo contribuye a elucidar
también otra tendencia de nuestro tiempo: el choque en un mismo suelo
entre una cultura avanzada y su contrario, la deshumanización
sistemática de amplios sectores de una sociedad que, a pesar de los
tropiezos y contradicciones, iba por el camino del desarrollo económico
y el humanismo cultural; ese choque entre civilización y barbarie que
antes vimos en Cuba y en todas las naciones europeas que sufrieron el
fascismo, el nazismo y el comunismo.
La fascinación con los hombres fuertes en la política es el "menos viril
de los vicios", según advirtiera Chesterton. Y siempre existirá. Lo
padecen lo mismo mujeres que hombres, pobres y ricos, ignorantes y gente
educada. Fue sin duda uno de los motores importantes del chavismo. Pero
muchos se hicieron sus cómplices porque creyeron los embustes del
sistema, pensaban que era su obligación expropiar, denunciar y perseguir
cuando el sistema se lo exigía y, sobre todo, porque calcularon que, con
su complicidad, podían ordeñar mejor al régimen, sacarle provecho
propio. Ahora los cómplices en fuga niegan o le restan importancia a su
complicidad, la racionalizan, pero difícilmente aceptan su culpa. Por
eso conviene bajarlos de esa nube, desenmascararlos, como hacen quienes
los confrontan a viva voz y en lugares públicos.
Se me dirá que las cazas de brujas suelen ser contraproducentes. Y es
cierto – salvo allí donde hay brujas de verdad. Los llamados
boliburgueses son auténticas brujas. Los peores tienen las manos
manchadas de sangre. Los menos malos eran "funcionarios normales, que
llegaron a sus puestos con medios modestos y ahora tienen bienes que no
pueden explicar", al decir de José Antonio Colina, presidente de la
Organización Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio. Dedicarles
una buena rechifla pública es hacer un poco de justicia, aunque sea poética.
Periodista cubano.
Siga a Daniel Morcate en Twitter: @dmorca
Source: Chavistas entre sus víctimas | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/daniel-morcate/article153577229.html
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