Candil de la calle...
ARMANDO CHAGUACEDA | Ciudad de México | 5 de Mayo de 2017 - 09:26 CEST.
Por estos días, en el marco del congreso de Latin American Studies
Association (LASA), un grupo de académicos y exfuncionarios cubanos
circularon un documento protestando por la postura de LASA ante la ola
represiva y crisis política de Venezuela.
En su carta, cuestionaban la presencia en el evento del secretario de la
OEA, Luis Almagro. Y equiparaban las críticas a Gobierno y oposición, al
tiempo que caracterizaban a esta última en bloque por sus supuestas
estrategias antidemocráticas.
La lista de firmantes reúne personas con conocidas credenciales dentro
del aparato político cubano, intelectuales con probada capacidad
analítica y acceso informativo, así como gente del mundo artístico y de
ONG paraestatales. Es decir: gente que sabe bien las dosis de verdad y
los alcances de esta iniciativa y gente que, sin ser la política su
campo de acción, firman esto sin conocer a fondo la realidad sobre la
cual se pronuncian.
Me pregunto si esta misma voluntad para pronunciarse por una realidad
ajena la tendrán para posicionarse ante actos que afectan hoy la cultura
y ciencias sociales domésticas. Quienes cuestionan las acciones de
actores políticos extranjeros, ¿harán lo mismo en casa? Y no digo ya
para denunciar el sistema político cubano, no. Tan solo para emitir,
incluso desde una postura revolucionaria, siquiera un susurro colectivo
ante la censura a cineastas, el apresamiento de jóvenes periodistas o la
expulsión de universidades de profesores y estudiantes, acaecidas todas
en los últimos tiempos. ¿No son estos temas —que afectan directamente la
vida intelectual de la Isla— objeto de preocupación para los firmantes?
¿Les inquieta el Estado de derecho en Caracas y no su violación en La
Habana?
Reconforta saber que los firmantes compartan "el llamado a que se cumpla
con el orden constitucional vigente" en Venezuela. Pero es lamentable
que este exhorto solo haya sido externado ahora, en curiosa coincidencia
con la escalada de violencia y el retiro de la OEA. Visto que varios de
los promotores de la carta asistieron a mesas de LASA donde expertos
venezolanos explicaban los procesos en su país —desmontando con datos
duros interpretaciones como la sustentadas en el documento— no podrán
alegar, en su descargo, desinformación. Allí estuvieron, oyeron y callaron.
Venezuela vive un momento histórico, donde una mayoría de su población
—según todas las encuestadoras, incluyendo las cercanas al Gobierno—
quiere un cambio. Y lo quiere por la vía electoral, pacífica. Pero el
Gobierno, desconociendo lo establecido en la Constitución bolivariana de
1999 (sí, la de Chávez) bloquea las elecciones regionales, el referendo
revocatorio, desconoce la Asamblea Nacional electa por el grueso del
electorado, incluido el de zonas populares. Y, cuando la gente sale a
protestar por sus derechos, es criminalizada. Como denunció la propia
Fiscal General de la República, cuya cercanía al Gobierno nacional es
pública y notoria.
Quienes sumen —con plena conciencia o por no buscarse problemas, porque
toca— su firma a iniciativa como la carta de marras, están reforzando la
narrativa irresponsable y mentirosa del Gobierno de Nicolás Maduro,
máximo responsable de la crisis venezolana. Porque hay grandes
diferencias entre practicar la iniciativa autónoma de los intelectuales
públicos y ejecutar obedientes una operación de estado. O, como
explicaba mi abuelita, entre ser candil de la calle y oscuridad de la casa.
Este artículo apareció originalmente en el diario mexicano La Razón. Se
reproduce con autorización del autor.
Source: Candil de la calle... | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1493908482_30867.html
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