Golpe de Estado en Venezuela
EUGENIO YÁÑEZ | Miami | 15 de Septiembre de 2016 - 08:41 CEST
Es cierto lo que se dice que en Venezuela se gesta un golpe de Estado.
Comenzó a prepararse el 6 de diciembre de 2015, cuando la oposición ganó
aplastantemente las elecciones legislativas y arrebató la mayoría del
Parlamento a los chavistas, que lo controlaron durante más de 15 años.
Lo que no es cierto es que sea esa oposición la que pretende ejecutar el
golpe, que no necesita concretar cuando puede desprenderse de Nicolás
Maduro por la vía democrática, escenario posible aunque enrevesado.
El verdadero golpe de Estado, que no pudieron ejecutar el mismo día que
perdieron el Parlamento, como pretendía Diosdado Cabello, es el que
llevan a cabo actualmente en cámara no tan lenta Nicolás Maduro y la
jerarquía chavista venezolana, asesorados por La Habana, ante el temor
de que la pérdida del poder represente, también, la cárcel pura y dura
por muchos años, por delitos comunes de narcotráfico, extorsión,
malversación, tortura, o ejecuciones extrajudiciales, entre otros.
Desde las primeras maniobras tras la victoria opositora, dando vida a
"Asambleas Comunales" que no se sabía exactamente para que servían (y
que en realidad no sirven para nada), a la designación apresurada de
jueces leales al chavismo para cubrir las plazas vacantes del Tribunal
Supremo, o la proclamación a la carrera de leyes habilitantes para
otorgar al Presidente poderes correspondientes al Parlamento, o la
negativa a que los ministros rindan cuentas ante la Asamblea, estaba
claro que la intención era torpedear al máximo la actividad y
efectividad del Poder Legislativo y, en definitiva, desconocer la
voluntad de los votantes que otorgaron a la Asamblea un incuestionable
mandato frente al oficialismo, que ha sumido al país en un caos
económico, social, político, sanitario, alimentario y logístico, casi
irreversible.
Evidentemente, la sombra de La Habana cubre la camarilla del chavismo y
va debilitando continuamente los mecanismos de gobernabilidad
democrática y de la sociedad civil en Venezuela, buscando que poco a
poco las posibilidades de impedir el establecimiento de una dictadura
"de los humildes, por los humildes y para los humildes" sean cada vez
menores hasta llegar a imposibles. Si algo entienden de verdad los
hermanos Castro son esos procedimientos, que ejecutaron sin misericordia
en Cuba desde 1959. Desde entonces, los cubanos han pasado y pasan
infinidad de dificultades, carencias e insatisfacciones, además de falta
de libertades y futuro, y los venezolanos ya han comenzado a padecer
esos mismos problemas, pero, ¿qué le importan los pueblos a los
dirigentes "revolucionarios" iluminados?
Actualmente, el Tribunal Supremo ha declarado sin valor jurídico todos
los actos legislativos del Parlamento venezolano, amparado en una
supuesta ilegalidad de mantener en sus escaños a diputados que el
oficialismo impugnó en una maniobra de última hora para evitar que la
oposición contara con una "mayoría calificada" con amplias facultades
legislativas.
El llamado Poder Electoral hace piruetas para retrasar la celebración de
un referendo revocatorio antes del 10 de enero de 2017, que obligaría a
realizar nuevas elecciones presidenciales, pues Maduro lo perdería con
seguridad. Pero de realizarlo después de esa fecha la presidencia
pasaría automáticamente al vicepresidente si Maduro pierde. De ahí que
muchos venezolanos consideren que no valdría la pena realizarlo entonces.
Y el Poder Ciudadano, integrado por el Defensor del Pueblo, el Fiscal
General, y el Contralor General de la República, es mero apéndice del
Poder Ejecutivo, dejando en papel mojado aquello de que no puede ser
impedido o coartado en el ejercicio de sus funciones por ninguna autoridad.
En estos escenarios, ¿qué ha podido lograr la Asamblea Legislativa desde
que comenzó a funcionar el 5 de enero de este año? En realidad, muy
poco. El Poder Legislativo, a pesar de su mayoría absoluta y calificada
de opositores, es impotente frente a los Poderes Ejecutivo, Judicial,
Electoral y Ciudadano, controlados a la fuerza por el chavismo. Y por si
fuera poco, el Gobierno amenaza, mediante una triquiñuela seudojurídica,
con retirar la inmunidad parlamentaria a los diputados opositores.
Por definición, un golpe de Estado es la violación y desconocimiento de
la legitimidad constitucional, y un atentado contra las formas legales
de alcanzar el poder y permanecer en él. Si el Gobierno venezolano
impide el referendo revocatorio y retira la inmunidad a los
parlamentarios opositores, estaríamos frente al remate dictatorial que
completa el ciclo de un golpe de Estado.
Las últimas opciones realistas de la oposición son las de presionar
suficientemente para la realización del referendo revocatorio este año,
mientras el Gobierno insiste en que en ningún caso se realizaría durante
2016.
Habrá que ver si los venezolanos que creen en la democracia logran
realizarlo para salvar a su país, o se impone la voluntad de La Habana a
través de sus jenízaros en Caracas, y se completa el golpe de Estado.
Source: Golpe de Estado en Venezuela | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/internacional/1473809416_25296.html
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