Thursday, February 4, 2016

Músicos del Titanic

Músicos del Titanic
¿Qué sentido puede tener para un país que hoy no puede alimentar a su
población despilfarrar miles de millones de dólares en armamentos para
una guerra que nunca llegará?
Rafael del Pino, EEUU | 03/02/2016 1:46 pm

El sanctasanctórum de todas las dictaduras, así sean de derecha,
izquierda, totalitarias o autoritarias, es el secretismo. El evitar la
transparencia a toda costa, actuar entre bastidores manteniendo alejados
al pueblo y a la opinión pública de las decisiones más importantes, que
se toman desde el poder. Acabamos de verlo en Venezuela, donde el
ejecutivo envía un plan de emergencia nacional al poder legislativo y
cuando este solicita que los ministros acudan a la Asamblea Nacional
para ser interpelados, se niegan si el procedimiento no se lleva a cabo
a puertas cerradas, de espaldas al pueblo y sin participación de la
prensa nacional.
El chavismo lleva años culpando al "imperialismo" y a una supuesta
"conspiración de la burguesía" por el desmadre que le han ocasionado a
la nación con sus políticas populistas, clientelista y la corrupción
rampante. Ahora, cuando puede salir a la luz el latrocinio con que han
arruinado el país y que el pueblo venezolano pueda conocer abiertamente
quienes son los responsables de la debacle, esgrimen que hay que
discutirlo todo a puertas cerradas por ser un peligro para la seguridad
nacional el que se conozca lo que se debate.
Dejo a los economistas el abordar las barbaridades cometidas en la
demolición que ha sufrido el tejido económico y productivo de Venezuela
por el chavismo. Me limitaré a opinar solo en el terreno de mi
experiencia en el campo militar y como la cúpula castrense tiene una
gran responsabilidad en la bancarrota que sufre el país.
A finales del pasado mes de septiembre, hace escasamente tres meses,
escuché en una alocución televisada del general Padrino López ministro
de las Fuerzas Armadas Nacionales decir que "El presidente Nicolás
Maduro ha ordenado reforzar nuestra alianza con la Federación Rusa y con
China para elevar aún más nuestros niveles de apresto operacional e
iniciar la reposición e incluso aumentar la flota de aviones
supersónicos Sukhoi". Esa alocución se producía en los momentos en que
equipos de rescate buscaban por aire y tierra a los capitanes Ronald
Ramírez y Jackson García, pilotos desaparecidos durante la noche
mientras trataban de interceptar con un Sukhoi supersónico a una pequeña
avioneta que presumiblemente violaba el espacio aéreo venezolano.
Es imposible entender que en las fuerzas armadas de ese país el empleo
irracional de los medios de combate adquiera niveles tan poco
profesionales. Algo semejante es de esperar que pueda suceder en Cuba
donde un régimen totalitario impone decisiones militares basadas en
lealtades políticas por encima del raciocinio y del arte militar
contemporáneo, pero no en ningún otro país donde predomine el
profesionalismo y la meritocracia. Es entendible que Raúl Castro haya
puesto como jefe de la Fuerza Aérea a su chofer personal a principios de
los años sesenta porque no confiaba en ninguno de los pilotos, o que
después ascendiera a general al electricista que le encendía y le
apagaba la planta eléctrica en el Segundo Frente durante la
insurrección, y lo situara al frente de la DAAFAR. Pero que hoy el
estamento militar de Venezuela sea incapaz de asesorar al Presidente de
la republica haciéndole entender que arruinando el país económicamente
se pierde la guerra principal de alimentar a su propio pueblo, y que una
crisis como la que atraviesa Venezuela puede provocar una guerra civil
de consecuencias incalculables, convirtiendo el país en un Estado
fallido como Siria o Somalia no lo entiende nadie.
Venezuela adquirió en 2006 una flota de 24 cazas Sukhoi-30, como parte
de un programa de compras a Rusia que también incluyó helicópteros Mi-17
y Mi-35, 100.000 fusiles AK 103 y sistemas de defensa antiaérea con
misiles Pechora y Buk.
Se conoce, según fuentes castrenses, que el Ministerio de Defensa
proyecta comprar 12 nuevos Sukhoi para elevar cada una de sus dos
flotillas de 12 a 18 aparatos.
En total, durante la década pasada Venezuela compró armas a Rusia por
más de $4.000 millones y obtuvo créditos para armamento por otros $2.200
millones, según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, con
sede en Londres.
Un Sukhoi cuesta alrededor de $40 millones. Por lo que ese proyecto que
tienen en mente le costaría al pueblo venezolano nada menos que $480
millones. ¿Les ha pasado por la mente que con ese costo el país puede
comprar prácticamente toda la leche, queso, mantequilla y productos
lácteos que produce Uruguay para la exportación? ¿Qué sentido puede
tener para un país que hoy no puede alimentar a su población, que está
al borde de la catástrofe, que acaba de declarar una emergencia
nacional, despilfarrar billones de dólares en armamentos para una guerra
que nunca llegará?
¿Tienen que esperar a que les sorprenda el elevado índice de ciudadanos
muertos, incluyendo innumerables niños, para entender que con ese
dineral despilfarrado en armamentos innecesarios hubieran podido comprar
todas las medicinas que evitaran las muertes de tantos infelices? ¿No
conmueven a los "estrategas militares" las caras de dolor y tristeza que
se observaron en los diputados de ambas bancadas cuando la presidencia
de la Asamblea Nacional venezolana cedió el derecho de palabra a Richard
Medina, padre de un infante de 3 años que falleció de cáncer al no
conseguir los medicamentos requeridos? ¿No les afectó en nada cuando
Medina expresó que se debe dejar de politizar la salud?, "porque mi hijo
no eligió color, no tuvo elección, no eligió a nadie. Les ruego, les
suplico que tomen lo que está solicitando el diputado Olivares porque
todos lo padecemos (…) Hay personas que están luchando en este momento
por sobrevivir porque no consiguen medicamentos". ¿Dónde han estado los
asesores cubanos de la salud? No me refiero a los infelices médicos que
son víctimas del esclavismo castrista, me refiero a los asesores que
cada ministerio venezolano tiene en sus dependencias. Porque no se me
vengan a decir ahora que la injerencia castrista en los asuntos de
Venezuela es solo en organizar las redes de espionaje,
contrainteligencia y represiones. La injerencia abarca todas las esferas
del Gobierno. Solo tienen que ver las banderas cubanas que ondean en
algunos cuarteles venezolanos.
La diputada Delsa Solórzano no se explicaba la presencia de armas de
alto calibre y de guerra dentro de los recintos carcelarios de varios
estados del país, y solicitó la interpelación del ministro de la
Defensa, Vladimir Padrino, para conocer qué hace la Guardia Nacional
Bolivariana para impedir estos hechos, además de realizar una
investigación dentro de las cárceles.
No sería mala idea aprovechar esta interpelación para cuestionar al
general Padrino López sobre el derroche de billones de dólares que
expuse anteriormente.
Pero si los parlamentarios venezolanos quieren conocer de verdad las
consecuencias del armamentismo, gustosamente puedo darle algunos
detalles interesantes.
Nosotros tuvimos en Cuba lo último en tecnología militar, desde aviones,
misiles, tanques, vehículos blindados y lo que venga a la mente. Éramos
el enemigo número uno de Estados Unidos al cederle al imperio soviético
nuestra Isla como bastión de la guerra fría. Desde que nos armaron hasta
los dientes después de la fracasada invasión de Bahía de Cochinos, las
únicas acciones relevantes llevadas a cabo, supuestamente en defensa del
territorio nacional, han sido el derribo por aviones MiG-29 de dos
avionetas Cessnas 337 Skymaster, que se encontraban en labores de
salvamento en aguas internacionales el 24 de febrero de 1996; el
hundimiento por aviones MiG-21 del guardacostas de Bahamas Flamingo el
10 de mayo de 1980, donde perecieron todos sus tripulantes; y el
hundimiento de un barco de recreo con civiles indefensos, incluyendo
mujeres y niños, que pretendían escapar del manicomio castrista, hundido
por helicópteros de la Fuerza Aérea en la desembocadura del Río Canimar
en la ciudad de Matanzas el día 6 de julio de 1980.
Esas han sido las únicas acciones "gloriosas" de las fuerzas armadas
cubanas en más de medio siglo despilfarrando el dinero con que nos
mantenía el Imperio Soviético arruinando a la nación. Fuera de esos
episodios, no hay otras acciones significativas en el área del Caribe en
medio siglo de confrontación con Estados Unidos. El poderío militar
obtenido por Cuba en todo ese tiempo solo ha servido para exportar
guerrillas, inmiscuirse en guerras civiles de otros países y apoyar,
contra la voluntad de Naciones Unidas, a regímenes totalitarios como
Corea del Norte, enviándoles armamento.
En América Latina el armamentismo solo ha servido para incentivar el
chovinismo, la prepotencia y el dominio de las castas militares. El
crimen más imperdonable es convertirlas en el instrumento de un partido
político. Las fuerzas armadas no son ni de izquierdas, ni de derechas,
pertenecen a la nación, al pueblo que juraron defender. Parcializarlas
con una visión e ideología política determinada las convierte en
instrumento de despotismo de los que ostentan el poder.
Ojalá la formidable victoria popular obtenida el pasado diciembre por la
oposición venezolana logre detener la politización de las fuerzas
armadas. De lo contrario, seguirían tocando como los músicos del Titanic
mientras todo se hunde a su alrededor. Se lo podemos afirmar los
oficiales cubanos de todos los rangos, que vivimos ese desastre en carne
propia.

Source: Músicos del Titanic - Artículos - Internacional - Cuba Encuentro
-
http://www.cubaencuentro.com/internacional/articulos/musicos-del-titanic-324747

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