Publicado el viernes, 07.11.14
Revolución en la revolución a la venezolana
PEDRO CORZO
Lo único que puede explicar la devoción y subordinación del desaparecido
líder golpista Hugo Chávez y su heredero Nicolás Maduro al régimen
cubano, es que ambos asumieron como principal objetivo aprender de la
nomenclatura cubana el uso de los mecanismos del estado y del gobierno
para conservar el poder, independiente a los fracasos cosechado durante
el mandato.
Chávez fue el artífice de que dependencias del gobierno venezolano
contaran con asesores cubanos con autoridad para tomar decisiones, al
extremo que especialistas de la isla en inteligencia, represión policial
y servicios armados, funcionan como interventores de instituciones a
cargo de la defensa y seguridad del país.
La primera personalidad del totalitarismo insular excluyendo a Fidel y
Raúl Castro a la que el gobierno de Chávez le otorgó un protagonismo
relevante fue a Ramiro Valdés, un experto en represión, poseedor de un
prontuario criminal que lo convierte en un digno competidor del esbirro
mayor de la Unión Soviética, Laurentis Beria.
Valdés fue a Venezuela como asesor en Tecnología y con la encomienda de
resolver el déficit de generación de energía, un problema todavía
pendiente porque hace unas pocas semanas hubo una falla eléctrica que
afectó nueve estados.
Pero aunque en cuestiones de energía el “magisterio” del experto cubano
fue un fracaso, su asesoría resultó efectiva a las fuerzas represivas ya
que fueron capaces de asesinar a decenas de personas, encarcelar a
cientos y disminuir las protestas contra el régimen.
Quizas este éxito parcial motivó a Nicolás Maduro a buscar una vez más
la colaboración del “sabio” Orlando Borrego, un individuo cuyo aporte
más importante a una gestión de gobierno fue ser el siervo más fiel de
Ernesto Guevara.
Borrego estuvo bajo el mando de Guevara en La Cabaña, una época en la
que el “Che” cometió numerosos asesinatos que es de suponer el ilustre
economista contabilizó, porque fue fiscal de los Tribunales que Guevara
dirigía. Tampoco ignora que su comandante instrumentó una campaña que
recluyó a la fuerza en campos de concentración a homosexuales y prostitutas.
Cuando Borrego estuvo junto a Guevara fue cuando este promovió a toda
vela el trabajo voluntario y la confusa propuesta de los estímulos
morales, una combinación que supuestamente repercutiría favorablemente
en el desarrollo económico, a la vez que facilitaría la formación del
hombre nuevo, otro fracaso del totalitarismo insular.
El hombre que instrumentará los cambios fue viceministro de Industria y
posteriormente ministro de la Industria Azucarera, sectores de la
economía cubana en absoluta bancarrota desde los primeros años del
castrismo.
No obstante el próximo sátrapa cubano en Venezuela todavía defiende
fracasadas hipótesis, cuando afirma que “la sustitución de la propiedad
de los medios de producción como condición histórica indispensable para
la superación del capitalismo”, lo que permite suponer que a Venezuela
le esperan mayores controles en el sector económico.
Por otra parte Borregos afirma que “todo modelo económico que defienda
el egoísmo personal y no preserve los intereses sociales sobre los
particulares no lleva a buen destino, como también afirma que la
expresión brutal del capitalismo moderno, bien explicada por un líder
carismático y honesto, actúa con más efectividad sobre la conciencia
popular que mil conferencias académicas impartidas por profesores”, en
una palabra, el individuo sigue convencido en las virtudes del
colectivismo, que el voluntarismo es más importante que los
conocimientos y que los líderes carismáticos son insustituibles,
particularmente si estos son honestos, personalidades imposible de
encontrar en Cuba y Venezuela.
Este personaje que tiene como objetivo enrumbar la economía venezolana,
solo tiene un libro publicado sobre ese tema y tres dedicados a Ernesto
Guevara, así que lo más probable es que sus enseñanzas estén
principalmente orientadas a instruir a la burocracia bolivariana en los
métodos a aplicar para que los ciudadanos pierdan los pocos derechos que
les restan y los bienes pasen a manos de la nomenclatura gobernante,
porque aparte de matar, esa fue la mayor enseñanza del “Che” a sus
colaboradores, entre los que se destacó Borregos.
A fin de cuentas esta selección demuestra que el régimen cubano continúa
ejerciendo una gran influencia sobre el de Venezuela y los herederos del
chavismo siguen convencidos como su desaparecido mentor, Hugo Chávez,
que se deben copiar el modelo cubano en sus mayores fracasos, de ahí que
la nueva consigna sea hacer una revolución en la revolución.
Por otra parte Maduro, consciente del fracaso económico del país,
posiblemente contrató a Borregos para aparentar, ante los que calificó
de “izquierdistas trasnochados”, que sigue en la ortodoxia económica
castrista, mientras prepara condiciones para que la boliburguesía asuma
el control de la economía, en la esperanza de que sean más eficientes
que los burócratas que heredó de su predecesor, que han conducido al
país a la ruina.
Periodista de Radio Martí.
http://www.elnuevoherald.com/2014/07/11/1795560/pedro-corzo-revolucion-en-la-revolucion.html
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