Maduro, discípulo de una escuela en decadencia
YOANI SÁNCHEZ, La Habana | 21/12/2016
En la televisión resuena un discurso de Nicolás Maduro. Habla de
conspiración internacional, del enemigo que quiere acabar con la
revolución bolivariana y de "mafias monetarias", una cantinela que
recuerda al fallecido expresidente cubano Fidel Castro, obsesionado en
culpar a otros de los descalabros provocados por sus propias decisiones.
Las diferencias de estilo entre ambos líderes resultan incontables, pero
algo más determinante los separa: el tiempo. Han transcurrido décadas
entre que Castro desplegara su interminable oratoria sobre Cuba y que
Venezuela estuviera gobernada por el errático Maduro.
En ese tiempo, los latinoamericanos nos hemos vuelto suspicaces con los
discursos populistas y aprendido a detectar las costuras de los
redentores, bajo cuyo ropaje se esconden los autoritarios. Los discursos
políticos no funcionan igual que antes. Como esos manidos versos que
comparaban los ojos con las estrellas o la boca con una rosa, y que
ahora solo provocan burla.
En estos tiempos que corren, cuando desde la tribuna se invoca demasiado
la patria, se agita el espectro de la injerencia extranjera y no se
ofrecen resultados, es momento de ponerse en alerta. Si los líderes nos
llaman a derramar hasta la última gota de nuestra sangre, mientras ellos
se rodean de guardaespaldas o se esconden en algún "punto cero", hay que
dejarles de creer.
Una dosis de escepticismo inmuniza contra esas perniciosas arengas en
que se explica que los problemas del país tienen su origen fuera de las
fronteras nacionales. Sospechosamente, el denunciante nunca reconoce
responsabilidad alguna en el desastre y culpa del fracaso a supuestas
componendas y guerras mediáticas.
Maduro se formó en la escuela de la política como crispación permanente,
cuya cátedra principal se ubica en La Habana. Para colmo, el líder
venezolano ha sido un estudiante mediocre, que interpretó el guion
original con mucho aspaviento, poco carisma y una gran dosis de
disparate. Su principal desacierto ha sido no darse cuenta de que el
manual diseñado por Fidel Castro ya no funciona.
El líder venezolano llegó tarde para aprovecharse de esa candidez que
por décadas hizo que muchos pueblos de este continente encumbraran
dictadores. Sus discursos resuenan a pasado y, como los malos poemas, no
conmueven el alma ni ganan afectos.
Source: Maduro, discípulo de una escuela en decadencia -
http://www.14ymedio.com/blogs/generacion_y/Maduro-discipulo-escuela-decadencia_7_2131056875.html
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