El Ejército venezolano trafica alimentos en época de hambre
AGENCIAS | Caracas | 28 de Diciembre de 2016 - 14:24 CET.
Cuando el hambre hizo salir a las calles a miles de venezolanos el
verano pasado, el presidente Nicolás Maduro recurrió al Ejército para
administrar los escasos alimentos en el país, poniendo a los generales a
cargo de todo, desde la margarina hasta el arroz.
Pero en vez de combatir el hambre, el Ejército se está lucrando con
ella, según una investigación de la agencia AP. Eso es lo que el tendero
José Campos encontró cuando se quedó sin alimentos básicos en julio de
este año. En medio de la noche, tenía que viajar hasta un mercado ilegal
administrado por militares para comprar pallets de harina de maíz a 100
veces el precio fijado por el Gobierno.
"Los militares estaban allí pendientes de las bolsas de dinero. Siempre
tuvieron lo que necesitaba", dijo Campos.
Ahora que partes del país están al borde de la hambruna, el tráfico de
alimentos se ha convertido en el gran negocio en Venezuela. Y las
Fuerzas Armadas están en el corazón de todo, según documentos y
entrevistas con más de 60 funcionarios, propietarios de empresas y
trabajadores, entre ellos cinco exgenerales. Como resultado, la comida
no está llegando a los que más la necesitan.
El gobierno de Estados Unidos ya tomó nota. Los fiscales están
investigando a empresarios y altos funcionarios, incluyendo a efectivos
del Ejército, por lavado de recursos —por dinero que pasa por el sistema
financiero estadounidense— provenientes de los contratos de alimentos,
según varias personas con conocimiento directo de las investigaciones.
"Ahora la comida da más que la droga", dijo el general retirado Cliver
Alcalá, quien ayudó a supervisar la seguridad fronteriza.
El fallecido mandatario Hugo Chávez creó el Ministerio del Poder Popular
para la Alimentación en 2004 para aumentar el control militar de estos
productos ante los intentos de la oposición de derrocarlo. Su Gobierno
nacionalizó y luego descuidó granjas y fábricas, y la producción
doméstica se secó. Cuando el precio del petróleo se derrumbó en 2014, el
chavismo ya no tenía recursos para importar todo lo que necesitaba el país.
Cuando el hambre provocó protestas y saqueos, Maduro entregó a los
generales el poder total sobre la comida. El Gobierno importa ahora casi
todos los alimentos del país y los sobornos a los generales están
incluidos en los altos precios de las importaciones, según Werner
Gutiérrez, profesor de agronomía de la Universidad de Zulia.
"Si Venezuela pagara los precios del mercado, podríamos importar el
doble y fácilmente satisfacer las necesidades de nuestra población",
dijo Gutiérrez. En vez de eso hay gente muriendo de hambre.
En julio pasado, un empresario sudamericano tenía un barco lleno de maíz
esperando en el puerto. Ya había pagado millones en sobornos a
funcionarios venezolanos, indicó él mismo.
El barco "hace 20 días que estaba atracado", de acuerdo con mensajes de
texto que él mandó y que le mostró a The Associated Press.
"¿Cuál es el problema?", le respondió el general Rodolfo Marco Torres,
quien entonces era ministro de Economía y ahora es titular de Alimentación.
Aunque el dinero no se mencionaba, el empresario entendió que necesitaba
pagar más sobornos. Al final, le dijo a Marco Torres que tuvo que
llevarse el barco porque los gastos estaban subiendo por la demora. El
empresario habló a condición de no dar su nombre porque no quería
reconocer su participación en el esquema de corrupción.
Aseguró haber pagado ocho millones de dólares a las personas que
trabajaban para Marco Torres. Explicó que los vendedores como él pueden
darse el lujo de sobornar a los funcionarios porque inflan los precios
en la factura que le entregan al Estado. Su contrato de maíz de 52
millones de dólares incluyó un sobrecosto de varios millones de dólares,
basado en los precios de mercado en ese momento.
El informe anual del Ministerio de Alimentación muestra sobrepagos
significativos en general. Esta primavera, la Asamblea Nacional,
controlada por la oposición, votó por censurar a Marco Torres por
corrupción. Maduro lo rechazó y dijo que intentaban perjudicar al
ministerio.
Marco Torres no respondió a los pedidos de declaraciones que le hizo la
AP por teléfono, correo electrónico y carta entregada en mano. En el
pasado, ha dicho que no se involucrará en peleas con una oposición
antipatriota.
El control militar sobre los alimentos vuelve menos probables las
sublevaciones de los soldados hambrientos, pero también ha reducido el
suministro de comida. Ante los temores de corrupción, los tres
principales suministradores de alimentos de Estados Unidos han dejado de
vender directamente al Gobierno de Venezuela.
Algunos contratos terminan en empresas fantasmas sin experiencia en el
sector. Documentos financieros obtenidos por la AP muestran que Marco
Torres otorgó a la empresa Atlas Systems International un contrato de
4,6 millones de dólares para importar pasta. Atlas —registrada en
Panamá— tiene todas las características de una compañía fachada; por
ejemplo, no tiene activos conocidos y su estructura de accionistas es
difícil de descifrar. Otro proveedor gubernamental de alimentos, J.A.
Comercio de Géneros Alimenticios, tiene en su sitio web una dirección
inexistente en una ciudad industrial cerca de Sao Paulo, Brasil.
Las dos compañías transfirieron más de cinco millones de dólares a una
cuenta de Ginebra controlada por los cuñados del entonces ministro de
Alimentación, el general Carlos Osorio, en 2012 y 2013, según documentos
bancarios e internos que vio la AP.
Osorio no respondió a las solicitudes de comentarios, pero en el pasado
ha desestimado cargos de corrupción como ataques personales de la oposición.
El Gobierno, que se autodenomina "socialista", dice que toma la
corrupción en serio y de vez en cuando arresta a funcionarios de menor
rango acusados de robar comida del pueblo.
"El Estado también está obligado a evitar que la corrupción ande
campeando en todos los niveles de la administración pública", dijo hace
unos meses el ministro de Defensa, el general Vladimir Padrino López.
Sin embargo, la corrupción persiste desde el puerto hasta los mercados,
según decenas de personas que trabajan en Puerto Cabello, a donde llegan
la mayoría de los alimentos importados. Los oficiales a veces dejan a
los barcos esperando en el mar hasta que se les paga, según un estibador
que habló anónimamente porque temía perder su trabajo. El estibador dijo
que los clientes le dan sobres de dólares para que se los entreguen a
los militares para que sus barcos puedan atracar.
Después de que la mercancía es descargada, los agentes de aduana toman
su parte. Los funcionarios inician el proceso de nacionalización de los
bienes hasta que se les paga el equivalente a un salario mínimo mensual,
según cuatro empleados de aduanas. Luis Peña, director de operaciones
del importador Premier Foods, con sede en Caracas, dijo que paga a una
larga lista de funcionarios militares por cada envío que hace desde
pequeñas empresas en Estados Unidos.
"Es una cadena continua de corrupción desde que los alimentos llegan en
barco llega hasta que los transportan en camiones. Al final es el
cliente el que paga", señaló.
Si los importadores tratan de saltarse el proceso sin pagar sobornos, la
comida se queda y se pudre, agregó.
Los alimentos echados a perder son un problema a pesar de que el 90% de
los venezolanos dicen que no tienen suficiente dinero para comida. La
solicitud de coimas retrasa los embarques y a veces las autoridades son
negligentes con la distribución. El tema de Puerto Cabello provocó
reprimendas en el informe más reciente del contralor de la nación.
Cuando la comida se echa a perder, los militares tratan de deshacerse de
ella discretamente. El invierno pasado, Daniel Arteaga, un operador de
grúas en Puerto Cabello, vio como empleados estatales enterraban cientos
de contenedores de pollo, carne y granos podridos.
"Enterraron tantos contenedores de pollo y de carne mientras uno tiene
que hacer su cola todas las semanas, y solo te dan un pollo", agregó.
"Me hizo sentir triste, porque el Gobierno preferiría perder esta comida
en vez de regalarla o venderla", comentó Arteaga.
Los pagos no se detienen una vez que los cargamentos salen del puerto.
Los camioneros deben pasar por puntos de control militar ostensiblemente
establecidos para detener a los traficantes de alimentos. Los
conductores dicen que la mitad de los oficiales en los puestos de
control les cobran.
Al final de la cadena alimentaria, algunos soldados venden alimentos
básicos directamente a los negocios. El panadero José Ferreira hace dos
cheques por cada compra de azúcar en la ciudad de Valencia: uno por el
precio oficial de dos centavos la libra y otro por el soborno de 60
centavos por cada libra. Ferreira guarda copias de ambos cheques en sus
libros, y se los mostró a la AP.
"No nos queda otra opción. No hay sustituto para el azúcar", comenta.
Los venezolanos sienten que los militares se están llevando la comida de
los platos de sus hijos. En Puerto Cabello, Pedro Contreras, de 74 años,
caminaba rígidamente en medio del tráfico en una tarde reciente para
barrer granos de maíz que caían de los camiones que pasaban
traqueteando. Planeaba cocinar esos granos de maíz para su familia.
"El Ejército está engordando mientras mis nietos enflacan", dijo. "Toda
la comida venezolana pasa por aquí, pero poca llega a nosotros".
Source: El Ejército venezolano trafica alimentos en época de hambre |
Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/internacional/1482926519_27718.html
No comments:
Post a Comment