Thursday, May 14, 2015

Cuba y Venezuela, en el mismo espejo

Cuba y Venezuela, en el mismo espejo
YOANI SÁNCHEZ, La Habana | Mayo 14, 2015

"Conseguí jabones y algunos juguetes para el niño", le contaba una mujer
venezolana a otra en el aeropuerto de Tocumen en Panamá. A sus pies, una
valija de mano parecía a punto de explotar de tan repleta y la señora
enumeraba todo lo que llevaba de vuelta a su país. La conversación me
recordó a mis propios compatriotas que retornan a la Isla con el
equipaje abarrotado de productos, que incluyen desde pasta dental hasta
agujas para coser.

En una situación de carencias, los seres humanos terminamos
pareciéndonos a esas "hormigas cortadoras de hojas" que son capaces de
llevarse parte del bosque a su hormiguero. Pero esa tarea de buscar a
toda costa lo que nos falta nos encierra también en un ciclo de
obsesiones, donde comprar huevos, adquirir leche o localizar el mercado
en el que han sacado papel sanitario consumirá la mayor parte de nuestro
tiempo y energías. Quedamos atrapados entonces en un bucle de
sobrevivencia, en el que apenas podemos ocuparnos de ejercer nuestro
papel de ciudadanos.

No obstante, siempre habrá algunos que quieran explicar las penurias a
su manera. Como una analista oficial, que hace unos días abordaba en la
televisión cubana el desabastecimiento de productos básicos en
Venezuela. En opinión de la señora, la culpa de las carestías recae
sobre un sector que acapara o deja de importar mercancías para provocar
el caos social. En su discurso, los "ricos malos" dificultaban que los
"pobres buenos" pusieran un plato de comida sobre la mesa. Un esquema
argumental tan ridículo que me quedé a escucharla como si de un espacio
humorístico se tratara.

La parcializada analista era una alumna aventajada de la escuela del
castrismo, en la que también se formaron Hugo Chávez y Nicolás Maduro, y
donde aprendieron que mantener en el discurso político una constante
alusión al enemigo quizás no sirva para apaciguar el ardor del hambre en
el estómago, pero al menos mantiene entretenidos a los necesitados. Una
política de la fanfarria, donde siempre son los otros quienes hacen mal
las cosas y boicotean al Gobierno, que dice ser el blanco de ataques
llegados desde todos lados.

Lo cierto es que las largas filas a las afueras de los mercados no son
un bulo mediático ni una exageración de los medios de prensa
independientes venezolanos, sino una realidad que se extiende por su
territorio. La harina falta para todos y la inestabilidad económica no
conoce de clases sociales ni distingue ideologías, aunque la corrupción
y un extenso entramado de privilegios otorguen un mayor respiro material
a quienes estén más cerca del poder. En esas circunstancias se reduce a
los individuos a su condición de consumidores desesperados, una
situación que desemboca en una sociedad más controlable y una ciudadanía
menos pendiente de la escena política.

Como en un espejo deformado, los cubanos vemos reflejados nuestros
peores momentos en los venezolanos. Si antes podíamos decir con orgullo
que compartíamos cultura, lengua y hasta proximidad geográfica, ahora
nos parecemos en cuestiones de las que nadie querría vanagloriarse.
Nariz con nariz nos observamos, para descubrir esta semejanza aquí,
aquella mala copia allá.

Ambos somos pueblos que han aprendido a esperar, hacer largas colas,
llevar la bolsa bajo el brazo y cazar al vuelo los rumores de la
reaparición de algún producto. El equipaje que chequeamos en los
aeropuertos del mundo va cargado con las mismas cosas y repleto de las
mismas ansiedades ante las privaciones. Cuando nos escuchamos hablar ya
es difícil distinguir si estamos en La Habana o en Caracas, si
aguardamos a las afueras de un mercado en Maracaibo o en Santiago de
Cuba. ¿Somos ellos o ellos son nosotros?

Source: Cuba y Venezuela, en el mismo espejo -
http://www.14ymedio.com/opinion/Venezuela_0_1778222175.html

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