Los milagros de Chávez
BERTRAND DE LA GRANGE | Madrid | 15 Dic 2013 - 11:21 am.
Nicolás Maduro sale fortalecido de las elecciones municipales, pero le
esperan retos mayores y, en lugar de rectificar, da pasos hacia el
nefasto modelo cubano.
A veces, un empate puede interpretarse como una victoria para uno de los
contendientes. Es lo que acaba de pasar en Venezuela, donde el
oficialismo, pese a perder varias alcaldías, ha salido bastante airoso
de su primera prueba electoral desde la cuestionada victoria de Nicolás
Maduro en las presidenciales de abril.
Los resultados de las elecciones municipales del 8 de diciembre han
confirmado la división del país en dos bloques casi iguales. Los
herederos de Hugo Chávez, reunidos en el Partido Socialista Unido de
Venezuela (PSUV), han ganado claramente en las zonas rurales. En cambio,
la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que aglutina a la oposición, se
ha impuesto en la mayoría de las grandes ciudades, incluyendo la
capital, Caracas.
El PSUV y sus aliados habrían ganado 255 de las 335 alcaldías del país,
según los datos aún provisionales. A primera vista, es una victoria en
toda regla. Sin embargo, la mitad de esos ayuntamientos corresponden a
pueblos minúsculos del campo venezolano. Además, los chavistas habían
obtenido mejores resultados en los comicios municipales anteriores.
La MUD tenía apenas 40 alcaldías y ahora ha conquistado unas 75. Entre
sus nuevos trofeos figura un lugar con una enorme carga simbólica,
Barinas, tierra natal de Chávez y feudo de su familia. La bofetada para
el oficialismo es doble, ya que perdió esa ciudad cuando se celebraba el
"Día de la Lealtad y el Amor al Comandante Supremo Hugo Chávez", fijado
al 8 de diciembre por Maduro para hacer coincidir ese homenaje con unas
elecciones municipales que se anunciaban muy disputadas.
Sin embargo, la oposición no ha logrado el principal objetivo que se
había propuesto su jefe, Henrique Capriles. El excandidato presidencial
de la MUD había llamado a los venezolanos a votar masivamente para hacer
de esos comicios un plebiscito sobre la gestión de Maduro. Fue una
apuesta políticamente arriesgada, ya que las elecciones municipales no
consiguen en general una participación alta, tanto en Venezuela como en
muchos otros países.
Si Maduro se ha salvado, no es gracias a sus virtudes, hasta ahora
desconocidas. Para compensar su absoluta falta de carisma, tuvo que
recurrir de manera obsesiva a la figura milagrosa de Chávez, como ya lo
había hecho en la campaña para las presidenciales del pasado abril. El
Consejo Nacional Electoral, controlado por el chavismo, lo declaró
entonces ganador con una diferencia de apenas 1% sobre Capriles, que
denunció un fraude masivo y sigue sin reconocer su victoria.
Para evitar un descalabro electoral en las municipales, Maduro tomó una
serie de medidas propias de un régimen autoritario. Hizo que el
Parlamento votara una Ley Habilitante, que le permite gobernar por
decreto durante un año bajo el pretexto de luchar contra la
"especulación" y la "guerra económica" supuestamente propiciadas por la
oposición y los empresarios. El heredero de Chávez se disfrazó de rey
mago y obligó a los comerciantes a vender aparatos electrodomésticos a
precios de ganga a todo aquel que se acercara a las tiendas intervenidas
por el Estado. Mientras en Argentina los saqueadores mataban para
conseguir un televisor de plasma, los venezolanos recibían el suyo a
cambio de un voto a favor de uno de los candidatos oficialistas.
La estrategia del chavismo "fue exitosa" y "se tradujo en el aumento de
un 5% de la percepción positiva en la gestión de Maduro", dice Luis
Vicente León, director de Datanálisis, la más fiable de las firmas de
encuestas en Venezuela. Antes de esas medidas, la valoración del
mandatario en los sondeos de opinión iba "en picada".
Maduro ha salido fortalecido de las elecciones municipales, que corrigen
en parte la legitimidad dudosa de su llegada al poder. Sin embargo, le
esperan unos retos aún mayores. Los graves errores de gestión de la
primera economía petrolera de América Latina, atribuibles a los
criterios ideológicos del Gobierno, a la asesoría cubana y a la
corrupción, están llevando al país a una situación peligrosa. Pese a una
tasa de inflación anual del 54% —una de las más altas del mundo— y una
caída espectacular de la producción agrícola e industrial, las
autoridades no parecen dispuestas a cambiar el rumbo.
En lugar de rectificar, los chavistas se refocilan en el disparate. A
finales de noviembre, el Parlamento convirtió en ley un programa
redactado por Chávez unos meses antes de su muerte, en marzo de este
año. Se trata del "Plan de la Patria", que establece una unión
cívico-militar y declara el socialismo de "obligatorio cumplimento". Es
un paso más hacia el nefasto modelo cubano.
http://www.diariodecuba.com/internacional/1387054930_6350.html
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