Sunday, June 2, 2013

Costo político de la injerencia cubana

Costo político de la injerencia cubana
FABIO RAFAEL FIALLO | EL UNIVERSAL
domingo 2 de junio de 2013 12:00 AM

En un tsunami político de impredecibles consecuencias se ha convertido
la divulgación de una conversación telefónica entre el reconocido
chavista-madurista Mario Silva y el alto oficial del servicio de
inteligencia castrista (G2) Aramis Palacios.

Dicha grabación pone de manifiesto un fenómeno bochornoso e inquietante,
a saber: el castrismo y su G2 constituyen en la actualidad el verdadero
poder en el Palacio de Miraflores. En efecto, el hecho de que un
chavista de primer plano, como es Mario Silva, considere útil y natural
explayarse con el jefe de la contrainteligencia cubana, soplándole
detalles de la corrupción y las maquinaciones que a su entender
proliferan en las esferas del poder en Venezuela, esperando que los
Castro intervengan, es la mejor prueba de que el centro del poder de la
patria de Bolívar no se encuentra en Caracas sino en La Habana.

La influencia que Cuba ejerce en Miraflores no dejará de tener un
impacto mayúsculo dentro del chavismo, así como en las diversas
tendencias que dentro de ese movimiento se disputan el poder.

La tarea esencial que La Habana espera del impugnado presidente es
mantener el suministro de petróleo a la isla roja en términos
ultrapreferenciales. Para el régimen castrista, cuyos atavismos
ideológicos han destruido la economía cubana, el abastecimiento de
petróleo venezolano es cuestión de vida o muerte. Dada la edad de los
hermanos Castro y la decepción popular que periodistas y observadores
independientes detectan en Cuba, el régimen castrista no podrá imponer
un nuevo "período especial", esto es, no podrá obligar a los cubanos a
aceptar una vez más las vicisitudes que atravesaron en la década de los
90, cuando se cerró el grifo de la ayuda otorgada por la Unión Soviética
a cambio de la sumisión del castrismo a los dictados de Moscú.

Con tal de complacer y llenar a cabalidad las expectativas del gobierno
cubano, Maduro ha demostrado ser capaz de cualquier cosa –reduciendo la
ayuda de Petrocaribe a otros países de la región, sometiendo a los
venezolanos a una inflación galopante, a colas de desabastecimiento, a
devaluaciones a repetición, y exigiendo el pago de las viviendas que
Chávez distribuyó – para así poder continuar enviándoles a los hermanos
Castro un petróleo casi regalado.

Para ayudar a Maduro en esa tarea primordial, La Habana perseguirá dos
objetivos capitales en Venezuela. Uno es político: evitar que se
desmorone el gobierno del impugnado presidente, brindándole
asesoramiento y la pericia del G2 para tratar de suprimir lo que aún
queda de libertad de expresión y oposición. El otro es económico: La
Habana necesita que la economía venezolana genere suficientes recursos
para que el regalo de petróleo a Cuba pueda proseguir sin disminución.

En cuanto al objetivo político, la toma de Globovisión, el arbitrario
acoso jurídico a la oposición, las presiones que ejerce Maduro sobre los
medios de comunicación, exigiéndoles ser vehículos de "paz", "unidad" o
"amor" (una forma de insinuarles que deben maquillar la dura realidad de
la vida cotidiana de los venezolanos y los antagonismos creados por 14
años de chavismo), son claras manifestaciones de la política represiva
del régimen castrista-madurista con el fin de coartar la libertad de
expresión y acallar la disidencia.

Durante esta etapa, a La Habana le conviene evitar que el gobierno
venezolano abra un segundo frente tratando de erradicar los focos
autónomos poco asociados al régimen castrista que aún existen dentro del
chavismo. Esa tarea puede esperar.

Esto le permite al presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello,
mantener su esfera de poder y al régimen castrista ayudar a amordazar la
libertad de expresión y reprimir las manifestaciones de descontento popular.

El problema es que, por razones financieras, el régimen cubano podría no
tener interés en que se perpetúen los focos autónomos dentro del chavismo.

En efecto, la economía venezolana, devastada por 14 años de "socialismo
del siglo XXI" inepto y despilfarrador, no está generando recursos
suficientes para amamantar varios polos de poder a la vez. Uno de esos
polos es la tentacular red de favoritismos descrita por Mario Silva.
Otro polo es el régimen castrista, que se queda con una parte
exorbitante de lo que Venezuela "paga" por los 30 o 40 mil agentes que
dicho régimen ha infiltrado en las instituciones públicas civiles y
militares del país.

Ante las limitaciones económicas, una lucha abierta entre polos rivales
es tan solo cuestión de tiempo.

Y cuando llegue la hora de la confrontación, el G2 dispondrá de la
experiencia, la pericia y los instrumentos necesarios para deshacerse
políticamente de aquellos cuyas actividades puedan ir en detrimento del
suministro de petróleo al régimen cubano.

En ese peligroso y fatídico momento, los focos del chavismo que no se
sienten cómodos con la injerencia cubana lamentarán profundamente
haberse equivocado de blanco, agrediendo a la oposición, como lo hacen
actualmente, con una virulencia rayana en lo salvaje.

f.fiallo@gmail.com

http://www.eluniversal.com/opinion/130602/costo-politico-de-la-injerencia-cubana

No comments:

Post a Comment