Saturday, May 5, 2012

¿Dónde está el piloto?

Publicado el viernes, 05.04.12

¿Dónde está el piloto?
Americo Martín

En su transitorio regreso a Venezuela, el presidente Chávez vino, vio
¿lo hizo? y venció. ¿Acaso es eso posible sin que nadie se percate?

Pero lo importante es encontrarle significado a su última visita al
país. No se formularían preguntas como las anteriores si habláramos de
un líder poco amigo del espectáculo, Raúl Castro, por ejemplo. Pero si
el caudillo-dictador saliera de Cuba sin dejarse ver provocaría una
tormenta.

Por supuesto que tampoco es imposible que un Fidel Castro o un Nixon,
para irnos a la orilla opuesta, puedan en alguna ocasión valerse del
secreto para mejorar la calidad de sus operaciones extranjeras. De hecho
lo hicieron y con éxito. Aislada la revolución por el esperado embargo
norteamericano después de las brutales confiscaciones de intereses
privados, Fidel viajó abruptamente a la Unión Soviética. Por inusitado
era muy difícil ocultar aquel viaje, y hubo que dar una respuesta,
aunque no con lenguaje de palabras, sino de fotografías. El estridente
Fidel y el premier Jruschov, un Fidel ucraniano, tuvieron la ocurrencia
de retratarse en una cacería de osos. Violentando sus maneras
explosivas, habían decidido conversar en secreto los pormenores de la
sustitución de EEUU por la URSS en territorio cubano, pero en la
imposibilidad de lograrlo dejaron salir sus respectivas venas histriónicas.

¿Y qué hace Fidel en la Unión Soviética?, le pregunté al Che Guevara en
el Banco Nacional de Cuba.

–Está cazando al oso –me respondió

Otro hombre de candilejas, sembrador de agitaciones a favor o en contra,
estadista solvente de talante polémico fue Richard Nixon, odiado por los
periodistas liberales, jefe sin disputa del Partido Republicano.
Conservador hasta la médula, protagonizó sin embargo una operación
encubierta en la archienemiga China, que probablemente a ningún
demócrata se le hubiera ocurrido. Kissinger armó el mecanismo. Se
anunció un viaje oficial de Nixon a Pakistán, cuyo presidente, Ayub
Khan, era estrecho aliado de EEUU. Ya en ese país, ambos presidentes
hicieron una gira más bien convencional, hasta que, burlando a los
medios, colocaron al mandatario norteamericano en un avión que lo
trasladó clandestinamente a Pekín. Llegó solo. Recibido por Chou En Lai,
fue escondido en una lujosa residencia rodeado por un personal
doméstico, que no dejaba de sonreír. Las conversaciones se inician con
rapidez y éxito. El tema no es concha de ajo: restablecer relaciones
entre dos naciones hasta entonces marcadas por un feroz antagonismo.

De repente Chou se disculpa. Debe dar una declaración televisada. Nixon
entiende y amablemente lo despide. Con su traductor al lado, escucha el
agresivo discurso de Chou, plagado de menciones contra el imperialismo
yanki. Nervioso, mira a un lado y otro hasta toparse con los domésticos
chinos, tan agitados como él pero sin abandonar la sempiterna sonrisa.
Inquieto y acorralado, el presidente les pregunta:

–¿Y ustedes por qué se ríen?

–Los chinos siempre nos estamos riendo –le responden en angustiado coro.

En fin, regresa Chou prodigando amabilidades, con la convicción de que
las conversaciones chino-americanas avanzan sin pausa. Nixon lo intercepta:

–Pero lo acabo de ver y nada de lo que dijo concuerda con nuestras
negociaciones…

Chou responde alegremente:

–Fíjese en lo que hago, no en lo que digo.

Es obvio que Chávez no es el mismo. Su silencio es más sorprendente
porque rompe su habitual e interminable chaparrón de agresivas
insensateces. ¿Quién gobierna en Venezuela? Podría pensarse que la
"rutina" porque el presidente Chávez no sólo dejó de hacerlo, sino de
reír, sonar, jactarse; y sus supuestos sucesores no se atreven a llenar
el vacío, bien porque no saben o porque temen que el caudillo desconfíe
de sus decisiones. No sería extraño que estos silencios se hagan más
prolongados y que trate de armarse una contradictoria y débil conducción
en medio de la emergencia de las elecciones presidenciales, con Capriles
avanzando vigorosamente.

No se siente que haya gobierno ni voluntad para construir alguna
convincente caricatura de tal. La gente puede sospechar que desde algún
punto en el infinito, Chávez sigue en el timón. El vacío es siempre
aterrador, sea del piloto que desapareció del avión en vuelo o del
presidente que se esfumó de la cumbre y del territorio venezolano. Por
eso es más fácil creer que aunque no la veamos, su misteriosa conducción
sigue atendiendo de alguna manera los problemas que nos agobian.

Mientras el caudillo no se autoexcluya, el drama interno del PSUV
permanecerá en ignición. Pero los barones encanallados no pueden seguir
esperando.

De esas pantanosas realidades ha salido el Consejo de Estado. Sus
integrantes son negociadores experimentados como JV Rangel y R
Chaderton. Y no es casual que lo sean, como tampoco que no aspiren a la
candidatura. La habilidad negociadora y la supuesta carencia de interés
personal ponen de manifiesto que el Consejo busca impedir la degollina.
Necesitan un rostro, uno solo, para sustituir al presidente Chávez
frente al compromiso del 7 de octubre.

Varios mandatarios endiosados, próximos a salir del escenario,
promovieron mandos colectivos. Tito, un gobierno colegiado; Stalin, una
troika. El Consejo de Estado podría terminar cumpliendo un destino
similar en Venezuela aunque no pueda anticiparse si logrará unir a los
candidatos enfrentados o sucumbirá en el intento.

Lo que no cuadra en este diseño es la proximidad de las elecciones. Se
ilusionan creyendo la falacia del Cid, supuesto vencedor ya sin aliento
de la morería. Esta gente se llevaría por delante el país solo si la
resistencia civil se entregara, y eso, señor, sí que no va a ocurrir.

@AmericoMartin

http://www.elnuevoherald.com/2012/05/04/v-fullstory/1195205/americo-martin-donde-esta-el-piloto.html

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