Monday, September 26, 2011

Quo vadis

Quo vadis
Antonio Sánchez García
Lunes, 26 de septiembre de 2011

Un elemental cálculo de probabilidades debiera concluir con la sospecha
de que ante un eventual trágico desenlace de la salud presidencial los
hombres de armas están en plena aunque muy discreta ebullición. Y de que
una salida de la crisis sin ellos, es prácticamente inimaginable. Quo vadis?

Salvo que los informantes de Roger Noriega estén al servicio de la
contra información y lo estén engañando, sus afirmaciones, de ser
veraces, debieran preocuparnos al extremo. Según dichos informantes,
pertenecientes al círculo más cercano al presidente, las expectativas
de vida de Hugo Chávez irían de los 18 a los 48 meses. Pero las más
recientes declaraciones dadas por el ex embajador de los Estados Unidos
ante la OEA han venido a ensombrecer aún más las ya sombrías
expectativas de vida del Primer Mandatario: difícilmente podrá
sobrevivir más allá del año y medio que resta para el cumplimiento de su
mandato. De ser veraces, dichas afirmaciones nos sitúan en el ojo del
huracán. ¿Hacia dónde va el país?

La abrupta cancelación de la visita del premier iraní ha
venido a fortalecer las sospechas del mal estado de salud del presidente
Chávez. Quien, al parecer, no estaría reaccionando favorablemente a las
cuatro aplicaciones de quimioterapia a los que se ha sometido en los
últimos meses. El mismo Noriega ha señalado en un artículo publicado en
varios periódicos de los Estados Unidos, que Chávez se enfrenta a la
eventualidad de una muerte más temprana de lo originalmente calculado.
Venezuela estaría a las puertas de una situación de crisis de excepción
extrema. Lo que, de ser cierto, vendría a corroborar la aceleración del
desenlace, temida por muchos observadores internacionales.

Las incógnitas sobre un fatal desenlace no parecen afectar
la estrategia opositora, que sigue enrumbada hacia la celebración de
primarias y la escogencia del candidato que se medirá con Chávez o quien
éste o los hermanos Castro designen. Según todos los indicios, el único
político de su entorno que disfruta de la plena confianza de la
nomenclatura cubana y no modificaría un ápice en los lineamientos de la
política de subordinación, entrega y cooperación con La Habana, Nicolás
Maduro.

Una salida altamente riesgosa, pues la carencia de los
atributos carismáticos de su jefe no garantiza la victoria para su gris
y sombrío discípulo. Enfrentado a una oposición que se verá fortalecida
en sus expectativas de victoria ante el eclipse del caudillo y las
expectativas reales de obtener un triunfo clamoroso e indiscutible.

Ante ese panorama conflictivo, resta por determinar las
posiciones que se disputan en el interior de las fuerzas armadas,
árbitro indiscutible en la resolución de la grave crisis de
gobernabilidad que enfrentamos. Y en la que sus actuales altos mandos,
antes que el factor de resolución, constituyen parte esencial del
problema. Las acusaciones de Walid Makled, sin duda en manos de los
servicios de información de los Estados Unidos, involucran a varios de
sus generales en graves hechos delictivos susceptibles de ser llevados a
cortes norteamericanas. Pues se relacionan con el terrorismo y el
narcotráfico.

Es de esperar que dichos factores agoten sus posibilidades
en el mantenimiento - por la razón o la fuerza – del régimen imperante.
Sus vidas dependen de ello. Pero como es lógico suponer, deberían
enfrentar a otros factores que, limpios de polvo y paja, no están
dispuestos a ver arrastrar por los suelos la honra y el honor del
principal sostén del mantenimiento de la República.

Un elemental cálculo de probabilidades debiera concluir con
la sospecha de que ante un eventual trágico desenlace de la salud
presidencial los hombres de armas están en plena aunque muy discreta
ebullición. Y de que una salida de la crisis sin ellos, es prácticamente
inimaginable. Quo vadis?

sanchezgarciacaracas@gmail.com

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/4171940.asp

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