Thursday, September 8, 2011

Petroleros rabiosos parte II

Petroleros rabiosos parte II
Ibsen Martinez
Jueves, 8 de septiembre de 2011

Insisto aquí en la palabra "política": el paro en modo alguno era
reinvidicatorio de derechos sociales, como sí lo fue la huelga petrolera
de 1937; el paro buscaba un propósito político: desalojar
perentoriamente a Chávez del poder

Pensar contra los hechos cumplidos no siempre es infecundo: considérese
cuán distinta sería la actual circunstancia política si el mal-ha-dado
paro petrolero de fines de 2002 no se hubiese prolongado
inconducentemente durante meses ni languidecido hasta quedar exhausto.

Es claro que , como dice Cayetano Espinosa, el personaje de "Petroleros
suicidas", habría sido preferible una demostración de fuerza, en lugar
de un retador pulso frontal.

Habría sido, dice él, mucho mejor preservar lo que los gringos llaman "
la amenaza creíble" de una huelga general capaz –potencialmente – de
desalojar al áutócrata que poner de manifiesto todas las insuficencias
de una jugada "todo o nada" condenada al fracaso. Pero mejor dejemos que
hablen los personajes, tal como dicta el texto de la obra que en 2009
entregué al Grupo Actoral 80:

CAYETANO: Habría sido mejor la amenaza creíble de un paro general,
reforzada con una huelga de brazos caídos de 48 o 72 horas como
desmostración de fuerza, antes que desgastarse irremediablemente hasta
ser derrotados en un paro indefinido que, al final, y con el boom de
precios globales, dejó ver … lo que dejó ver.

NATALIA: ¿ Y que dejó ver el boom de precios globales?

CAYETANO, saboreando su respuesta: Que los petroleros, Natalia, contra
lo que ustedes pensaron, no éramos imprescindibles. (Pausa.) El paro no
puso al gobierno de rodillas.

[Fin de la cita; si desea usted saber más y ,de paso, deleitarse con las
actuaciones de la bella y talentosa Fabiola Colmenarez, secundada por
Iván Tamayo, Duimas González y el maestro Luis Abreu, tendrá que
adquirir una entrada en las taquilas del teatro Corpbanca o visitr el
site www.ticketmundo.com, je ,je. ]

El párrafo entre corchetes es sólo una broma, amigo Horacio Medina: no
tengo inconveniente en revelar a quien no la haya visto que la acción de
"Petroleros Suicidas" no transcurre durante el malhadado paro, sino
estrictamente entre fines de 1997 y comienzos de 1999.

2.-

Entre las consecuencias no deseadas, y ciertamente nunca previstas de
aquella acción política, estuvo la atroz represalia de que fueron objeto
más de 20.000 familias.

Insisto aquí en la palabra "política": el paro en modo alguno era
reinvidicatorio de derechos sociales, como sí lo fue la huelga petrolera
de 1937; el paro buscaba un propósito político: desalojar
perentoriamente a Chávez del poder. Luego, nada más previsible que la
reacción del gobierno fuese, ciertamente feroz e inhumana, pero también
política: aniquilar para siempre todo un estamento social que pudo
haberlo adversado con éxito si la dirigencia de aquel movimiento no
hubiese sido tan miope y torpe …y tan políticamente inculta.

Adviértase que, pese a los frenéticos y tardíos llamados a convertir el
eslogan "Pdvsa somos todos" en consigna primordial de toda la masa
opositora, el hecho escueto y duro fue que, al paso que se prolongaba el
paro y el gobierno se recuperaba del estupor y pasaba a la acción – a
trancas y barrancas, cierto, pero de modo exitosamente contrarrestador–,
el apoyo general a los petroleros en conflicto decrecía. Ese decrecer
estuvo en proporción directa a la cada vez más trágica futilidad del
mismo y a la incapacidad de sus dirigentes para extenderlo a otros
sectores de la población.

He aludido más arriba a la incultura política de los dirigentes del paro
y esto no va dicho con sorna. Quizá si no se hubiesen percibido a sí
mismos como una élite sin cuyo concurso era impensable que el gobierno
pudiese sostenerse, los resultados hubiesen sido otros. No fue así. Y es
duro pensar en esas 20.000 familias sacrificadas a la arrogancia y, a
algo peor: a la falta de cálculo político de la dirigencia.

Tal vez en ello haya tenido mucho que ver el estrecho espíritu de
sistema que proverbialmente imbuye a los ingenieros y, en general, a los
tecnócratas. De haber leído con provecho alguna historia de la
revolución bolchevique , como la de E.H,. Carr, por ejemplo, quizá
habrían vislumbrado que la insurrección – y lo que se buscaba era una
insurrección general; ¿ o me he perdido de algo?– no es una mera técnica
mediática, sino como bien lo dijo León Trotsky, es un "arte que una
pequeña vanguardia esclarecida despliega durante años en la calle para
sumar a la mayoría en un solo, único y radiante episodio final".

No cabe en fórmulas tan pueriles como "si nosotros, los imprescindibles,
nos vamos a un paro, ¿él [ Chávez] qué puede hacer?; si nos paramos él
se jode y se tendrá que ir a La Habana".

Otra muestra deslumbrante de esa impolítica se aprecia en la reacción de
figuras estimables del mundo petrolero opositor que fulminan
sectariamente a quienes, entonces como ahora, pensamos que el paro fue
una torpeza de trágicas consecuencias sin que por ello seamos
"criptochavistas" o plumas pagaddas por el gobierno.

El paro de 2002 sólo trajo consigo una catástrofe política y una
tragedia social : la diáspora, la fuga de cerebros, la miseria, la ruina
y la fractura de miles de familias, la completa descapitalización social
de Venezuela en el área que le es más sensible: la industria petolera.

Y eso, ciertamente, es mucho más grave que cualquier ola de suicidios,
reales o imaginados.

imp@ibsenmartinez.com

http://www.analitica.com/va/economia/opinion/4683643.asp

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