Sunday, September 25, 2011

Militares: ¿entre guantecitos y desfiles?

Militares: ¿entre guantecitos y desfiles?
Román José Sandia
Domingo, 25 de septiembre de 2011

Si Chávez les ha dicho a los militares que discutan públicamente los
problemas del
país, ese si que es un tema para discutir entre ellos y de cara al país. Nos
gustaría saber que opinan los generales y los vicealmirantes sobre la
progresiva
renuncia del gobierno venezolano al territorio reclamado a Guyana

En una de las últimas sesiones de la mutilada Asamblea Nacional, Andrés
Velásquez le dijo a Diosdado Cabello que mientras él estaba luchando
por los derechos de los trabajadores en Sidor, éste estaba desfilando en
Los Próceres con sus "guantecitos blancos", como miembro de las Fuerzas
Armadas. Por supuesto, no hace falta decir que quien había comenzado el
torneo de insultos y alusiones nada elegantes fue Cabello, el de los
ojos bonitos, que tanto admira Chávez.

Este nivel de debate no es casual. La Asamblea Nacional se ha convertido
en eso: una mayoría exigua e ilegítima que atropella y provoca a la
oposición. Las focas sólo esperan las indicaciones de Miraflores para
mostrarse obsecuentes y diligentes con los deseos del ex enfermo.

No hay que espantarse porque dos diputados se digan estas cosas. En
todos los parlamentos se cuecen esas habas. No más hay que recordar las
recién finalizadas comparecencias de Rodríguez Zapatero en el Congreso
español -con el líder opositor Rajoy de coprotagonista- para
comprobarlo. Lo que sí es de lamentar es que la bancada chavista no
discuta, no escuche, no proponga debate. Hasta el reglamento ha sido
modificado para casi anular el diálogo.

Es injusto decir que los militares sólo andan desfilando con
guantecitos. Hay los que trabajan y están asignados a tareas no muy
placenteras. Pero lo que si extrañamos los venezolanos de hoy es la casi
nula oposición visible o audible que ha encontrado el desgobierno
chavista en ciertos temas, después de que las consecuencias de la
protesta de la plaza Altamira diezmó a los críticos.

Ante el descontrolado gasto militar que supone un endeudamiento
gigantesco, aunado a un paradójico deficiente mantenimiento del
armamento y las instalaciones, nadie ha oído la voz de protesta de los
militares superiores. La observación es pertinente porque la alta
oficialidad no ha estado muda: parte de ella ha hecho caso omiso de la
Constitución para expresar sus preferencias políticas e inmiscuirse en
el debate partidista. Hay quienes hasta han hablado de que no
reconocerán el triunfo de la oposición en las próximas elecciones.

Otros, un poco más fantasiosos –como el nuevo comandante de la Armada-,
han dicho que "el capitalismo no volverá" a Venezuela. (¿Cuándo se fue?
Es verdad que el chavismo en el poder ha hecho todo lo posible por
hacerlo desaparecer e imponer el socialismo a la cubana, pero todavía no
lo ha logrado. Y ni Cuba está exenta del todo de las relaciones de
producción del capitalismo. Habría que preguntarles a los amigos de
Zapatero y Rajoy que regentan hoteles en las playas de Varadero,
practicando el propio capitalismo salvaje).

En los años de la mal llamada Cuarta República hubo dos ocasiones, entre
otras, en las que el generalato y otros altos oficiales se hicieron
escuchar con fuerza, mientras estaban en riesgo los altos intereses de
la Patria, en especial su integridad territorial. Una fue cuando el
gobierno del presidente Luis Herrera propuso la llamada Hipótesis de
Caraballeda para finiquitar el diferendo limítrofe con Colombia en el
Golfo de Venezuela. Entonces los militares rechazaron tal solución y el
gobierno tuvo que recular retirando la propuesta.

La otra ocasión fue durante la intromisión en las aguas del mismo golfo
de la colombiana corbeta Caldas. Aquí no hubo protesta ante una acción
del gobierno porque el presidente Lusinchi tuvo la firme determinación
de rechazar tal intromisión y obtuvo el apoyo unánime de la alta
oficialidad. Ante tal determinación, al gobierno de Colombia no le quedó
otra que retroceder.

Bajo el chavismo, las Fuerzas Armadas han cambiado de nombre y de
actitud. El pregonado nacionalismo de Chávez es sólo discurso para la
galería. Con la presencia guerrillera colombiana, se hace de la vista
gorda. Ahora, la niega en complicidad con el presidente Santos, quien ha
puesto en primer orden la reactivación económica de la región fronteriza
y el cobro de la deuda venezolana a los exportadores colombianos.
Santos, en su afán de reconciliación, hasta le entregó a su "nuevo mejor
amigo" el narco Makled, quien amasó su fortuna con la colaboración de
altos funcionarios venezolanos.

Nadie ha oído que dentro de la ahora llamada Fuerza Armada Bolivariana
se haya creado un escándalo, ni siquiera que se haya reunido parte de la
alta oficialidad, para rechazar la política oficialista en lo referente
a la reclamación venezolana del territorio Esequibo. Hugo Chávez ha
llegado hasta repetir la delirante teoría de que tal reclamación tuvo su
origen en una instigación imperialista. Cuando lo cierto es que ella es
una de las más legítimas aspiraciones que tiene país alguno en el
continente contra las secuelas del colonialismo.

Si Chávez les ha dicho a los militares que discutan públicamente los
problemas del país, ese si que es un tema para discutir entre ellos y de
cara al país. Nos gustaría saber que opinan los generales y los
vicealmirantes sobre la progresiva renuncia del gobierno venezolano al
territorio reclamado a Guyana. No vale que se escuden en la
Constitución, cuando algunos la han violado consuetudinariamente para
referirse a las supuestas bondades del socialismo (con lágrimas y todo,
como lo hizo Baduel) o para negar que el gobierno democráticamente
cambiará de manos en 2012.

En el desfile del pasado 5 de julio los oficiales desfilaron con
guantecitos rojos. Esperemos que cuando se escriba la historia de estos
días, tal cambio en el uniforme no sea argüido como prueba del decoro de
los militares venezolanos de hoy.

rjsandia@hotmail.com

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/8512404.asp

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