Carolina Jaimes Branger
Domingo, 4 de septiembre de 2011
Yo soy una persona frontal que dice y escribe lo que piensa. No espero
–ni quiero- que todos piensen como yo. Cuánto lamento que el debate
político lleve a ciertas personas a usar como argumento lo peor que
puede pasarle a una madre. Los límites del fanatismo están aún más lejos
de lo que yo pensaba…
El 31 de agosto me sucedió algo que jamás pensé que alguien tendría la
bajeza de hacer: burlarse de mi hija, una niña discapacitada, para
atacarme a mí.
Quiero pensar que quien hace uso de semejante bajeza no sabe lo que hace
ni piensa lo mucho que uno sufre. Si uno pudiera pedir -como en una
carta al Niño Jesús- cómo quiere que sea un hijo, lo pediría lleno de
salud. Si fuera posible dar algo a cambio de esa salud, sin dudar una
millonésima de segundo, daría todo lo que uno tiene. Y también buscaría
afanosamente lo que no tiene, si acaso pidieran más de lo que uno tiene.
El agresor, un tuitero que se autodefine como "ex funcionario CEPAL-ONU,
espec. en detectar fraudes económico-políticos. Perseguido x
Neolib-fascismo y Concertación. Francotirador castro-chavista no
remunerado" (sic).
Desde el lunes 29 en la noche, el susodicho comenzó a enviar tuits
apoyando a Mario Silva y Jorge Amorín, quienes dedicaron buena parte del
programa La Hojilla para leer, comentar y criticar mi artículo de ese
día. Como yo celebro la diversidad, hasta retuiteé algunos de sus
comentarios. El martes 30 siguió compulsivamente enviando tuits. Parecía
un disco rayado. Pero sus acusaciones eran meramente descalificatorias,
no entraban en argumentaciones de por qué no estaba de acuerdo con lo
que yo había escrito.
Se quejaba de que yo era "Disney", me imagino que por haber hablado del
dicho swahili "hakuna matata" tan popular en nuestro país gracias a la
película de dibujos animados "El Rey Léon". Según el autodenominado
"especialista", ser "Disney" es un pecado mortal, porque Walt Disney era
miembro de la CIA y representante del macarthismo. El miércoles 31 y
quizás desesperado porque no lograba sacarme de mis casillas, colgó en
Twitter el link de un video con el que participamos mi hija y yo en un
concurso de Netslé/Savoy y se burló. No sé qué tendrá que ver Disney
con Nestlé. Disney es una corporación estadounidense y Nestlé un
conglomerado suizo. Le respondí de inmediato llamándolo "cobarde" y él
respondió llamándome "histérica".
Histérica no, pero sí una leona a la hora de defender a mis hijas. Y más
si a quien tengo que defender es a quien su condición le impide hacerlo
por sí misma.
Dicen que la gente mala es cobarde. Lo constaté de primera mano cuando
el tuitero, en vez de reconocer que había tenido una infeliz iniciativa,
insultó a diestra y siniestra a quienes intervinieron para defenderme.
Ahí están de testigos las periodistas Carolina Gómez Ávila y Yoyiana
Ahumada, quienes se llevaron una andanada de insultos. También están
todos mis seguidores que le reclamaron –con ánimo de hacer justicia- su
actitud desconsiderada y ruin.
Final y tristemente alegó que él lo que había querido era "ironizar"
sobre mi video de Savoy, pero que no lo había visto. La peor excusa que
podía inventar. Era mejor que se hubiera quedado callado. ¿No había
visto mi video? ¿Por qué cuelga algo que no ha visto? ¿Cómo puede
ironizar sobre algo que desconoce?... Después me acusó de hacerme la
víctima, una "muy vieja y muy boba" táctica fascista. Y como lo bloqueé,
el jueves me envió nuevamente mensajes descalificatorios, usando a un
amigo tuitero que se prestó para hacerle el coro y a quien también bloqueé.
Yo soy una persona frontal que dice y escribe lo que piensa. No espero
–ni quiero- que todos piensen como yo. Confronto las ideas en base a
argumentaciones. Por eso espero que se me trate de la misma manera. Y
este fue un golpe bajo, muy bajo, el más bajo de todos. Así sería que en
La Hojilla aclararon que nada tenían que ver con eso y que no conocían
al tuitero. Por cierto, éste borró todos los tuits que tenían que ver
con el caso. Y ahora se descarga a Jorge Amorín por haberse deslindado
del asunto.
Cuánto lamento que el debate político lleve a ciertas personas a usar
como argumento lo peor que puede pasarle a una madre. Los límites del
fanatismo están aún más lejos de lo que yo pensaba…
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