Thursday, September 8, 2011

Fidel Castro no ha dejado de tener influjo personal sobre el gobernante venezolano

Imperialismo personal

Fidel Castro no ha dejado de tener influjo personal sobre el gobernante
venezolano
DIEGO BAUTISTA URBANEJA | EL UNIVERSAL
jueves 8 de septiembre de 2011 12:00 AM

Las relaciones que existen entre Hugo Chávez y Fidel Castro plantean un
problema muy particular a la teoría del Estado y la teoría de la
soberanía estatal. Ambos cuerpos teóricos están bien apertrechados para
la clasificación de las distintas formas de subordinación de un Estado a
otro, así como de las distintas formas de vulnerar la soberanía.
Colonias, protectorados, Estados vasallos, distintas formas de guerra,
cerco económico, Estados satélites, alianzas, diversas formas de
integración... Modalidades todas mediante las cuales un Estado pierde su
soberanía, o la cede en todo o en parte, sea a otro Estado, sea a un
conjunto de ellos. El experimento de reducción de la soberanía más
reciente y sutil, la Unión Europea, ha dado pie a un sustancioso
esfuerzo para repensar la idea de la soberanía por parte de los grandes
teóricos políticos de la Europa de hoy.

Pero aquí, en nuestro querido Caribe, tenemos otro tipo de fenómeno. Un
caso de imperialismo personal. Resulta ser que un hasta hace poco Jefe
de otro Estado, el cubano, persona con nombre y apellido, Fidel Castro,
ha ejercido una influencia determinante, íntima, personal, directa,
sobre el Jefe del Estado venezolano. No hay invasión de por medio, no
hay ninguna forma visible de sojuzgamiento, no hay presión económica por
parte de aquel Estado sobre el nuestro. Nada de eso. Lo que hay es una
suerte de hipnosis, una fascinación personal que ejerce el dirigente de
allá sobre el dirigente de aquí.

Influjo

Desde hace un tiempo, el fenómeno ha adquirido ribetes aún más atípicos,
pues Fidel Castro ha dejado de ser Jefe de Estado, pero no ha dejado de
tener el influjo personal sobre el gobernante venezolano que venimos
comentando. Al contrario, al adquirir un carácter informal, se ha hecho
más íntimo. Todavía más: ese influjo se refiere al hecho más importante
que hoy afecta la vida misma del de aquí, como es el de la enfermedad
que padece.

Posiblemente se trate de un caso único en la historia política mundial.
En la política imperial, digamos clásica, no era raro que un gobernante
de uno de los países dominados por el más fuerte tuviera que viajar a la
metrópoli a recibir reprimendas o "sugerencias" de parte de los
gobernantes del país poderoso. Estaba claro que si no seguía las
instrucciones, el pobre país pagaría las consecuencias. Bastaba un "nos
preocupa el reciente acercamiento de su gobierno con el gobierno de X.
No escapará a su clarividencia que X tiene actualmente relaciones
difíciles con nuestro país". Suficiente para un buen entendedor.

Pero el caso que nos ocupa es diferente. El Jefe de un Estado le pide al
de otro, sin que nada lo obligue, que, literalmente, le diga lo que
tiene que hacer. "Estoy por perder el revocatorio. ¿Qué hago?".

En la historia venezolana desde luego que nunca hemos tenido nada
remotamente parecido, en cuanto a influencia personal de un mandatario
extranjero sobre alguno de los nuestros. No es que no haya habido casos
de admiración, pero no es posible mencionar el nombre de algún
gobernante o político extranjero que haya tenido una influencia
determinante en la vida política del país.

¿El Jefe?

La pregunta, ¿quién es el Jefe del Estado venezolano?, tiene en esas
circunstancias plena validez. Porque si el dictamen de última instancia
lo tiene un político extranjero, es él, en último término, el verdadero
Jefe del Estado. Pero la pregunta y la respuesta han de quedar en ese
nivel tentativo. No hay manera de demostrar que se está en una relación
de mando y obediencia. Siempre se podrá decir que lo que pide el de aquí
es un consejo, y que en definitiva el que decide es el venezolano. Así,
verbalmente, se salvan la patria y su honor.

Como decía, el hecho ha tomado nuevos niveles con la enfermedad de
Chávez. Según su propia confesión, su primer médico es Fidel Castro. Eso
quiere decir que la información que recibe el Jefe de Estado venezolano
sobre su situación de salud, es la que el dirigente cubano quiera
suministrarle. Todo enfermo no sabe de su enfermedad sino lo que su
primer médico le diga. Así que, a la chiquita, la información que tiene
el Jefe del Estado venezolano sobre una salud que podría estar en una
situación muy precaria, con todo lo que eso trae consigo para el país,
está en manos de un político extranjero, gran calculador, que tiene
intereses muy grandes y concretos respecto a la suerte política de
Venezuela.

¿Qué dirían de todo eso los tratados de derecho constitucional?

dburbaneja@gmail.com

http://www.eluniversal.com/2011/09/08/imperialismo-personal.shtml

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