Monday, September 26, 2011

Entre el país cautivo y el país plural, 2012

Entre el país cautivo y el país plural, 2012
Simón Alberto Consalvi
Lunes, 26 de septiembre de 2011

El todopoderoso Estado venezolano es un rehén. Un Estado privatizado,
desde el petróleo hasta las comunicaciones. Decenas de estaciones de
televisión, decenas de periódicos, centenares de radioemisoras, el
llamado Sistema Comunicacional del Estado, todo forma parte del arsenal
electoral del candidato oficial

Al fin, la incógnita fue develada.

El CNE fijó las fechas para la renovación de los poderes. El 7 de
octubre de 2012 los venezolanos elegiremos al Presidente de la
República. El 16 de diciembre, a los gobernadores de estados, y el 14 de
abril de 2013, alcaldes y consejos legislativos regionales. Da la
impresión de que la escogencia de fechas es producto de astutos cálculos
oficiales. Tres meses separarán la elección del Presidente de la toma de
posesión. La gente, escamada y advertida, se imagina esos 90 días como
una navegación en medio de la tempestad.

A las inmensas dificultades que encontrará el presidente electo se
añadirán todas las que el Gobierno bolivariano sea capaz de urdir.
Tratarán de atar de pies y manos al nuevo jefe del Estado. De ahí la
reacción intemperante del oficialismo contra la idea de una ley que
regule la transición, o sea, que preserve al país de decisiones
temerarias y demagógicas, y compromisos que el gobierno entrante no esté
en capacidad de cumplir. En una palabra, dificultar a todo trance la
gobernabilidad democrática.

La elección de gobernadores se llevará a cabo en medio de ese clima de
tensiones desatadas por un gobierno que no pensó nunca en que le
llegaría el día de entregar el poder, porque la alternabilidad
republicana fue desterrada de su imaginario. A confabular contra la
alternabilidad y las posibilidades de victoria del candidato de
oposición van dirigidos todos los discursos del oficialismo, incluidos
los de algunos jefes militares que dan pena por su primitivismo
desafiante a la Constitución y su envalentonamiento banal.

En 2012 se enfrentarán el país cautivo y el país plural. El oficialismo,
desde el sumo sacerdote para abajo, suele hacer mofa de la diversidad,
variedad y número de los precandidatos que ya han expresado su decisión
de participar en las primarias. Esto le parece una blasfemia, una
extravagancia, algo que obviamente no puede anidar en la mente de
quienes profesan la religión del jefe único y del pensamiento uniformado.

Representan, en efecto, la pluralidad. Representan lo que la revolución
bolivariana no logró socavar, borrar o abolir. Venezuela es un país
plural, lo fue durante medio siglo y no ha dejado ni dejará de serlo.

La pluralidad es lo auténtico de Venezuela. La pluralidad siempre estuvo
presente en el espíritu del ciudadano, incluso bajo dictaduras férreas
como la del general Pérez Jiménez. El general se vio obligado a
someterse a dos pruebas electorales: en 1952, para elegir una asamblea
constituyente, y en 1957, en un plebiscito que no figuraba en la
Constitución y que equivalía a un golpe de Estado de papel. Fue
derrotado en ambas ocasiones, el pluralismo se impuso contra el poder
absoluto, contra la espesa red de espías y contra la malversación de los
dineros públicos. Para hacer quórum en la Constituyente de 1952 tuvieron
que recurrir a los porteros y a los guardias. Esta es la historia, y
está escrita. En 1957, la derrota del jefe único fue tan implacable que
nadie pudo detener el derrumbe y la fuga del dictador. Si la moraleja es
posible, digamos que Venezuela no se rinde. Durante la dictadura de
Pérez Jiménez fue demostrado que el país plural resiste y vence al país
cautivo, y que no hay bayonetas que valgan ni redes de espías vigilando
quién vota por quién. El Consejo Supremo Electoral también voló en 1952
y 1957.

Desde el oficialismo se hacen burlas contra la diversidad y variedad de
precandidatos porque esto demuestra que el pueblo venezolano rechaza la
tesis del jefe único y del pensamiento único, de la sociedad despojada
de sus privilegios de libertad y de igualdad. Se burlan de ellos porque
los ven débiles, sin recursos, y para disimular la prepotencia y la
abundancia en que navegan, acusan a unos y otros de ser financiados por
el imperialismo. La verdad está a la vista.

El país cautivo controla el Estado y sus órganos, sus inmensos recursos
puestos al servicio de la candidatura oficial.

El todopoderoso Estado venezolano es un rehén. Un Estado privatizado,
desde el petróleo hasta las comunicaciones. Decenas de estaciones de
televisión, decenas de periódicos, centenares de radioemisoras, el
llamado Sistema Comunicacional del Estado, todo forma parte del arsenal
electoral del candidato oficial.

Nunca una campaña presidencial tuvo la inequidad y el ventajismo que la
de 2012.

Con miles de millones de dólares, el país cautivo tratará de vencer al
país plural. Pero como ya sucedió antes, no hay fuerzas capaces de
despojar al ciudadano de lo que es signo de su identidad. Lo que estará
en juego en 2012 será mucho más trascendental que la competencia entre
dos candidatos que se disputan las simpatías de la gente. Esta no será
una elección que se libra en un período normal de la historia
venezolana. El candidato del país cautivo tratará una vez más de abolir
la pluralidad del pueblo venezolano, y como Pérez Jiménez en 1957, jugar
la última carta de la autocracia. La respuesta puede ser igual.

sconsalvi @el-nacional.com

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/3808073.asp

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