Wednesday, September 7, 2011

El chavismo, bala fría sin filosofía

El chavismo, bala fría sin filosofía
Alberto Rodríguez Barrera
Miércoles, 7 de septiembre de 2011

Hemos deambulado por años como espectadores –más que como actores- del
mundo que nos rodea, entre dudas y aprehensión, como escépticos ante la
secuela de errores, dudando por el gusto de dudar, indecisos ante la
certeza de las evidencias, como hurgando sobre la arena movediza en
busca de una solidez subterránea. Parecieran a veces esfuerzos sin
recompensa en torno al descubrimiento de la falsedad. Flacas conjeturas
pese a la solidez de todos los razonamientos. Y justo cuando la vieja
casa es demolida, destruyendo hasta lo que estaba bien cimentado,
seguimos buscando establecer certidumbres más allá de lo evidente,
continuamos ejercitando métodos para las dificultades, olvidándonos a
veces de los precipicios consolidados, como si no tuviéramos otro empleo
que el desgaste, el dolor de distinguir entre el placer y el vicio, ocio
sin tedio, honesta diversión, cuando lo que se requiere es una
perseverancia de acción machacando las verdades evidentes.

Lo que ha sido suficiente es la confrontación de las dificultades con
cartuchos de salva, con balas frías sin acento social, cuando hasta los
rumores han llegado a conclusiones de certeza y canonización. La
ignorancia e indolencia del chavismo está confesa y su ingenua
mediocridad ya es un hábito de anestesia, que se despliega con jactancia
irracional, no requiriendo siquiera ser digno de su reputación, esa
capacidad de distanciamiento y retiro de la realidad social fundamental,
cual enriquecido ejército en fuga de los más elementales sentidos de la
paz, con unos pocos miles de "habilidosos" ocupados en sus extraños
negocios, sin perder oportunidad para el trastorno del medio ambiente
del grueso de la colectividad, acampando en "carpas" remotas de una
soledad que no debe ser molestada. (Muchos espacios citadinos son
símbolos del país actual, impregnados de pobres calle-durmientes, de un
sobrevivir escaso entre atracadores desaforados, cloaca pública y
desfachatez de indolencia.)

La soledad del chavismo es ocupada por un discurso sin meditaciones que
no va más allá de una cháchara que gusta a pocos y un sentido de la
moralidad altamente opuesto a la verdad, impregnado de errores lógicos
cuyas razones fracasan hasta en las más simples materias geométricas,
falibles y rechazadas por su concluyente falsedad. "Finalmente, en vista
del hecho de que esas mismas ideas, que nos llegan cuando estamos
despiertos, nos llegan también cuando estamos dormidos sin que ninguna
de ellas sea verdad…" Descartes calificaba de "ficciones de mis sueños"
lo que entraba como falso a su mente; para nosotros ya es un tráfico de
pesadillas.

Los azotes en el cuerpo social van más allá del "pienso, luego existo":
estamos existiendo con el pensamiento enroscado bajo un cuerpo
adolorido. Está claro y precisamente confirmable que nuestra existencia
no depende de una verdad única únicamente con vida en la imaginación del
chavismo, y no es posible concluir en la tesis cartesiana de que somos
"una sustancia cuya sola esencia o naturaleza consiste en pensar. Y cuya
existencia no depende de su locación en el espacio ni en ninguna cosa
material". Nuestra existencia o realidad física no es así, aunque valga
la necesidad de asegurarnos la verdad y la certeza mental y social ante
el hundimiento a que nos arrastra el chavismo.

¿Qué tipo de estupidez es la creencia del chavismo de que son una
especie de perfección superior a la contundencia con que la realidad
refuta? La ceguera hecha en casa hace de la imperfección una
invisibilidad; de ahí que el debate que se da es sobre ser más perfectos
que ellos mismos, o sea: la idea de la nada. Dios parece ser un detalle
de la perfección que colocaron en la mente del chavismo para que creyera
el mundo que sólo ellos existen, ajenos a la carencia de perfecciones y
absolutamente entregados a la creencia de que no hay nada más perfecto
que una mente con boina roja, existiendo solos y totalmente
independientes de cualquier otro ser humano, cual poseedores de las
pocas cualidades requeridas para ser perfectos. No de otra manera puede
entenderse el derecho exclusivo sobre lo infinito, eterno, soberano,
inconmovible y todopoderoso con que adornan su escualidez. La duda, la
inconsistencia, la melancolía y demás, que fueron excluidas de la
naturaleza de Dios, para ellos fueron también materias eximidas. ¿Qué se
hace con algo así compuesto, que ha concluido que no hay otra
inteligencia tan pura u otros seres humanos tan totalmente perfectos?
¿Entregarnos porque sin eso no podemos vivir ni un minuto?

Los pensadores armados con algo más que balas frías consideran que la
gran dificultad de la gente es elevar sus mentes por encima de sus
sentidos, ya que están acostumbrados a pensar con la ayuda de sus
imaginaciones, y que lo que no pueden imaginarse parece ininteligible.
Es como decir que nada hay en el entendimiento que no pase primero por
los sentidos. El chavismo ataca a todos los sentidos, como lo pueden
entender todos los que hacen uso de la imaginación, y el sonido es malo,
el olor es malo y lo que vemos es un detritus que nos hace sentir tan
triturados, que no hay otro camino, para el entendimiento y la acción,
que el desbordamiento dinámico de la imaginación. Sobre lo que tenemos
certeza moral no hay dudas y tenemos suficientes causas sociales y
filosóficas para una confrontación más realista, que no sueña con ser
poseída por la pesadilla de un cuerpo extraño como el chavismo.

Pero más que de sentidos e imaginación, hablamos de la razón.

chinorodriguez1710@yahoo.com

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/8719510.asp

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