Saturday, September 10, 2011

Corrupción y disidencia

Corrupción y disidencia
Juan Páez Ávila
Sábado, 10 de septiembre de 2011

Cada año, cada mes, cada semana y cada día que transcurre en nuestra
accidentada historia contemporánea, el gobierno del Presidente Chávez se
empantana en un sistema de corrupción sin precedente alguno, y como en
un tremedal de inmoralidades se hunde irremediablemente, del que sólo se
salvarán los ingenuos votantes y los disidentes que creyeron en un
cambio pregonado por el discurso altisonante del comandante de los
juramentados en el Samán de Guere, y que han comenzado a abandonarlo
ante el increíble desnudo en que lo dejan las corruptelas que salen a la
luz pública.

Y aunque son muchas las investigaciones y su correlativa denuncia que
han realizado numerosos periodistas y medios de comunicación, sobre
casos de corrupción que han cometido altos funcionarios públicos
amparados en la indiferencia o complicidad de los Poderes Públicos, lo
que se ha repetido en PDEVAL con más de 100 millones de toneladas de
alimentos podridos, sin responsable alguno, colma los extremos de la
corrupción

El recurso más valioso con que ha contado el Presidente Chávez para
vincularse con los sectores populares y con la sociedad nacional e
internacional en general, sin duda alguna que ha sido su discurso de
contenido populista y aparentemente revolucionario, que le ha permitido
por cerca de 13 años de gobierno atraer la atención de la mayoría de sus
interlocutores, el respaldo de un importante porcentaje de la población
y el asombro hasta el temor de muchos de sus adversarios, que no podían
determinar su intención de cambio pacífico o de guerra sin cuartel.
Transcurrido 13 años de un ejercicio de gobierno entre promesas para
unos y amenazas para otros, entre pasos atrás y luego adelante según los
indicadores de su olfato político y convicciones ideológicas, el país ha
comenzado a evaluarlo más por los resultados de su gestión
administrativa, que por su verbo, todavía encendido, pero cada vez menos
convincente.

La mayoría de los pobres, a quienes logró sacar del clóset
para enrostrarles su miseria a los gobernantes que le precedieron,
acusándolos de corruptos en el manejo de los dineros públicos, y de
haberlos abandonado a su suerte para atender exclusivamente sus
intereses personales, los de la oligarquía económica que había
contribuido a elevarlos al poder y al imperio americano, siguen siendo
pobres, con la excepción de los que Dietrich, su antiguo asesor
ideológico, ha señalado como la boliburguesía que surgió al amparo de
la corrupción, y que constituye una burla a ese pueblo que creyó en sus
promesas de cambio.

Y el otro sector de los venezolanos que temió la llegada
del comunismo y por lo tanto la confiscación de sus propiedades, ha
sufrido los embates de la arbitrariedad y del militarismo, que desde el
poder ha ejercido el gobierno del Comandante en Jefe para obligarlos a
vender sus bienes personales, para fortalecer un Estado capitalista y la
nueva oligarquía del dinero formada por amigos y partidarios del
Presidente, que se ríen del socialismo del siglo XXI que les permite
enriquecerse rápida e ilegalmente.

Entre los pobres de siempre y los nuevos ricos, el discurso
del Presidente se desvanece por fantasioso y demagógico. Los primeros lo
abandonaron en las elecciones para gobernadores y alcaldes cuando la
oposición alcanzó el 52%, porcentaje que no lo aumenta por lo menos lo
repetirán en las elecciones de 2012. Los segundos, los boliburgueses,
alistan sus maletas para ir a disfrutar sus habilidades inescrupulosas
para enriquecerse.

jpaezavila@gmail.com

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/1947621.asp

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