Juan Antonio Muller
Miércoles, 7 de septiembre de 2011
El modelo de Chávez, a diferencia de sus predecesores comunistas, Unión
Soviética, China, Cuba o Vietnam, que llegan al poder venciendo en
luchas armadas y se consolidan mediante el terror, ha debido implantarse
gradualmente por su origen electoral.
En la implantación gradual de la revolución han influido también los
estudios de opinión los cuales reflejan que tres cuartas partes de la
población rechaza la instalación de un régimen comunista a la cubana: la
presencia de fuerzas democráticas que ya lo derrotaron en el 2007 y que
enfrentarán los nuevos retos electorales del 2012 unidos en candidatos y
programas y por último un entorno internacional adverso.
No obstante esas limitaciones, Chávez ha logrado avances significativos.
Ha estatizado todos los servicios públicos y una buena parte del
espectro radioeléctrico; ha intervenido millones de hectárea productiva
y confiscada empresas en sectores "estratégicos".
Controla a discreción precios y comercialización de bienes y servicios,
el suministro de divisas y la tasa de cambio, el mercado laboral y el de
la vivienda. Ha suprimido la autonomía del banco central, ordena
unipersonalmente el uso y manejo de las reservas internacionales. Ignora
a gremios empresariales y sindicatos y demora a capricho las
contrataciones colectivas de trabajadores de la administración pública.
Posee una legislación paralela de carácter orgánica aprobada por la
Asamblea Nacional de manera inconsulta a implantarse cuando le convenga,
que pasa por encima de la Constitución tales como las leyes del poder
popular, del estado y la economía comunal, de la contraloría social y de
la planificación pública.
La comunicación del país se va consumando por cuotas ante los ojos
incrédulos de un pueblo inerte con escasas opciones válidas.
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