Monday, September 5, 2011

Cinco estrellas para unos pocos

Cinco estrellas para unos pocos
Milagros Socorro/El Nacional
Lunes, 5 de septiembre de 2011

Las filas de niños en el aeropuerto Santiago Mariño, de Margarita, dan
la impresión de que se ha producido una movilización nacional de jóvenes
turistas

Llegan por centenares. Van acompañados por guías no mucho mayores que
los veraneantes. Todos llevan franelas que los identifican con
organismos del Estado. El efecto es el de un país de menores que ha sido
invitado por la república a dar un paseo por el hermoso territorio de
Venezuela.

Los visitantes extranjeros que son testigos del multitudinario arribo
podrían pensar que han llegado a un país donde todos los escolares y
liceístas pueden disfrutar de unos días de vacaciones en un balneario, a
cuenta de los contribuyentes y por vía de un formidable sistema de
seguridad social. Las risas y gorjeos de los viajeros llaman la atención
de los usuarios del terminal, como no pueden estarse quietos el conjunto
que componen se bambolea y parece que fueran miles. Formados en filas y
con sus equipajes en el piso llenan las instalaciones.

La realidad es que los convidados no pasan de ser un puñado de
escogidos. No son todos los niños y adolescentes de Venezuela. Ni
siquiera son la totalidad de los alumnos de la educación pública. Son,
apenas, los hijos de los empleados de los organismos del Estado que
cuentan con grandes presupuestos y contratos colectivos entre cuyas
cláusulas se contempla esta ventaja. Gozan, pues, de este privilegio los
trabajadores de Petróleos de Venezuela, Consejo Nacional Electoral y el
Invavi, por mencionar aquellos de los que tengo constancia por haberlos
visto en la isla.

Esta es una muestra de lo que en Venezuela se llama "hacer algo a
realazos"; y podría agregarse, "a los carajazos". Las vacaciones de los
niños las pagan los padres con su trabajo, incluso cuando la actividad
no se hace con la familia sino en un grupo organizado por el centro de
trabajo. Eso estaría muy bien si no quedara un solo muchachito sin
participar de esta iniciativa, que entonces tendría que ser nacional.
Para todos. Sin exclusiones. Sin castas demarcadas por los ingresos que
manejan ciertas instituciones. Es un hecho que, por ejemplo, los hijos
de los efectivos de las Fuerzas Armadas o de los empleados del
Ministerio de Educación no tienen ese derecho. Por lo menos, no el de
viajar en avión hasta nuestro bastión insular caribeño y alojarse en
hoteles de lujo.

Los contingentes vacacionales de Pdvsa y el CNE no se hospedan en
hoteles modestos. Qué va.

Puedo dar fe de que, por lo menos durante la semana del 29 de agosto al
2 de septiembre, hubo en el hotel Hesperia Isla Margarita sendos grupos
de las instituciones mencionadas. Estamos hablando de casi 700
muchachos, acomodados de a tres en habitaciones que cuestan más de mil
bolívares cada una. Se trata de un hotel de 5 estrellas, propiedad de
una cadena española. Saquemos una cuenta rápida, partiendo de que entre
Pdvsa y el CNE contrataron 250 habitaciones, por 1.000 bolívares cada
noche, incluida la comida (no hubo precio especial por paquete, dado que
se trataba de temporada alta) y por 5 noches. Estamos hablando de Bs.
(F) 250.000 diarios. Eso hace un total de alrededor de Bs. (F) 1.250.000.

Atención: es más de un millardo por 5 días de vacaciones para un
porcentaje ínfimo de niños y adolescentes. Si por lo menos ese dinero
hubiera ido a parar a hoteleros venezolanos... Es mucho pedir para un
régimen que ha hecho grandes aportes a la destrucción del aparato
productivo nacional y ha contribuido en todo lo posible al
fortalecimiento de otras economías. Este pequeño ejemplo es
representación cabal de ese incansable trabajo de traición a la patria.
Si alguien tiene otra forma de aludir a esta práctica, por favor,
hágamelo saber.

El trasfondo de todo esto es procedimiento habitual de un gobierno que,
por falta de pericias y de probidad, va siempre por el camino corto, el
de las soluciones impulsivas, la propaganda, el dispendio. El camino
largo supondría fomentar las condiciones para la prosperidad general y
no de unos pocos. Desde luego, eso pasaría por la transparencia y la
contraloría: el país estaría debidamente informado de cuánto cuesta el
veraneo de los favorecidos del régimen. Y la infraestructura hotelera
nacional se habría apuntado a una licitación. Hasta en vacaciones la
revolución da lecciones de lo que no debe hacerse.

msocorro@el-nacional.com

http://www.analitica.com/va/politica/opinion/9529006.asp

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