Los repliegues tácticos del Jefe de Estado y Ministros son cíclicos
ROBERTO GIUSTI | EL UNIVERSAL
miércoles 14 de septiembre de 2011 12:00 AM
Los repliegues tácticos suelen ser cíclicos y permanentes en la
estrategia del Comandante-Presidente. Su natural inclinación por el
ejercicio del poder total, negado al disenso o a cualquier otra forma de
oposición a sus deseos, da lugar a una campechanía irresistible que
contrasta con su habitual hosquedad a la hora de dirigirse a "los
escuálidos", "vendepatrias", "majunches" o "cipayos del imperio", que
suelen oponerse a sus designios.
Allí, en algún recóndito repliegue de ese cerebro enfebrecido, resuenan
las alarmas señalando el más mínimo signo de alteración posible en su ya
prolongado modus vivendi (sobre todo en época electoral o inmediatamente
anterior a ésta) y entonces aparece el comandante camaleón, el más
afable y comprensivo de los Chávez, toda magnanimidad, para decirle a la
oposición, "vamos muchachos, hagan sus primarias que ustedes cuentan con
el Estado, es decir con el Consejo Nacional Electoral, es decir, conmigo".
Pero las contradicciones no sólo son las suyas, sino las de un elector
gratamente sorprendido por ese súbito arranque de generosidad,
potenciado, además, porque también le ha hablado a los médicos, a
aquellos "mercachifles y chupasangre que viven a costillas de la
desgracia humana" para cantarles bajito y en toda la patica de la oreja:
"vamos a oírnos y a ratificar. No me importa que seas escuálido".
Los repliegues tácticos
El leit motiv, trajinado hasta el hastío para cortejar a la clase media
en todas las campañas electorales, le funcionó cuando anunció, en el pos
11 de Abril, su famosa línea autocrítica, crucifijo en mano. Tampoco le
fue mal al ponerse una camisa azul y mirando al cielo (también azul),
con falso candor, le declaró al país amor verdadero, que más que amor es
frenesí, cuando lo que miraba era hacia la enmienda constitucional y la
reelección indefinida. Más recientemente, jugando al mortal sorprendido
por los padecimientos, se calzó la camisa amarilla y desechó (por diez
minutos) la roja, después del anuncio del cáncer.
La multitud deliró de dolor y admiración.
Pero también cree hacerlo al regalar la gasolina (con seis bolos llenas
el tanque), el pan (una canilla cuesta dos) o unas pildoritas vencidas
recetadas por el cada vez más ausente médico cubano.
Ignora, o no le importa, que si bien le regalaron útiles escolares a los
niños, el techo de la escuela se viene abajo y que el pregonado amor por
los más vulnerables no se materializa ni llega a las desvencijadas
instalaciones del J.M De los Ríos, donde los pequeños son fáciles
víctimas de la corrupción y el robo de insumos médicos.
Pero la campaña viene, el tiempo se le escurre de las manos y los
problemas no se resuelven con discursos.
Él acude a los archisabidos trucos de siempre, pero envejecidos actor y
trama, el público pide que le devuelvan su bolívar y que desalojen la
sala. El (realitie) show está a punto de concluir.
http://www.eluniversal.com/2011/09/14/chavez-en-la-patica-de-tu-oreja.shtml
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